Mancera deja su cargo
como el jefe de Gobierno
*Desde que el PRD asumió el gobierno capitalino, ningún mandatario había tenido niveles de aprobación ciudadana tan bajos y una crisis de inseguridad tan grave como la que deja Mancera tras sumarse a la campaña del PAN-PRD-MC.
Lino Calderón
Miguel Ángel Mancera deja su cargo como jefe de Gobierno de la Ciudad de México con la aprobación más baja para un mandatario desde que el PRD gobierna la capital del país hace dos décadas.
Una situación que evidencia los muchos problemas que tuvo Mancera a lo largo de su sexenio para ganarse el respaldo de los capitalinos, lo cual mermó sus posibilidades de contender a la presidencia del país, luego de su lenta reacción ante el sismo y opacos manejos en las labores de reconstrucción, así como su cercanía con Enrique Peña Nieto durante la primera mitad de su sexenio.
Un mandato poco brillante que explica la manera en que Mancera terminará por asumir un papel secundario en la campaña presidencial de Ricardo Anaya y la coalición Por México al Frente, ya con un escaño asegurado en el Senado.
De acuerdo con las últimas encuestas realizadas por el periódico Reforma, previo a que cada uno de los jefes de Gobierno abandonara su cargo, Cuauhtémoc Cárdenas contaba con un 41% de aprobación, frente a un 76% de Andrés Manuel López Obrador, un 63% de Marcelo Ebrard y apenas un 34% de Mancera.
Sin embargo, los números son todavía más bajos si se revisa la última encuesta publicada por El Universal, en febrero pasado, la cual daba a Mancera una aprobación ciudadana de apenas 24%.
Una situación que puede explicarse, en buena medida, por los altos índices de inseguridad con los que Mancera deja Ciudad de México, con una tasa de 9.91 homicidios por cada 100 mil habitantes a lo largo de su sexenio, la cifra más alta entre sus antecesores. En tanto, Cárdenas registró una tasa de 9.47%; López Obrador con 8.03; Ebrard con 8.46. Esto de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En 2017, Mancera declaró que el aumento de la inseguridad en la Ciudad de México se debía a la manera en que el nuevo sistema de justicia penal liberó a muchas personas que estaban en la cárcel, pese a que no se había podido acreditar que hubieran cometido un delito.
"Hay un incremento que obedece a que tenemos muchas más personas que antes estaban en prisión", explicó Mancera.
Sin embargo, esta tesis no explica una serie de casos emblemáticos que tuvo que sortear su gobierno.
El primero de ellos fue el secuestro de 13 jóvenes del barrio de Tepito en el bar Heaven de la Zona Rosa, cuyos cadáveres fueron hallados tres meses después en un rancho de Tlalmanalco, Estado de México.
Luego vendría el caso Narvarte en julio de 2015, cuando el fotoperiodista veracruzano Rubén Espinosa fue asesinado junto a la defensora de derechos humanos Nadia Vera, la maquillista Yesenia Quiroz, la modelo colombiana Mile Virginia Martín y Olivia Alejandra Negrete.
En 2017, un operativo de la Marina en Tláhuac, provocó el abatimiento de Felipe de Jesús Luna, alias "El Ojos", líder de la venta y distribución de droga sintética en el sur y oriente de la capital del país, situación que evidenció la presencia del crimen organizado en la Ciudad de México.
Pero a pesar de que Mancera negó durante meses la presencia del narcotráfico en la capital del país, tuvo que reconocer finalmente la existencia de bandas del narcotráfico en febrero de 2018.
Mancera también deja su cargo en medio de una polémica por el presunto desvío de recursos para la reconstrucción del terremoto del 19 de septiembre de 2017, luego de que líderes del PRD y PAN en la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México (Mauricio Toledo, Leonel Luna y Jorge Romero) fueran señalados de utilizar con fines electorales buena parte de los 8 mil 792 millones de pesos destinados para los damnificados.
Ante un gobierno impreciso y lleno de tropiezos, el logro más destacado de Mancera fue el de haber logrado la reforma política, la cual daría cierta autonomía a los ciudadanos capitalinos en temas clave de la administración de la ciudad, que anteriormente le competían al gobierno federal.
Un cambio para el cual, fue necesario escribir la primera Constitución Política de la Ciudad de México, cuyos efectos estarán reflejados en los próximos comicios locales.
"Cada que se hable de la historia se va a estar en los registros que esta ciudad logró la primera Constitución de la Ciudad de México", presumía Mancera días antes de anunciar su retiro del cargo.
Sin embargo, para lograr dicha reforma, Mancera tuvo que mantener una cuestionada cercanía con el gobierno de Enrique Peña Nieto, lo cual se tradujo en un apoyo del jefe de Gobierno a las reformas estructurales y el Pacto por México, lo cual fue visto con malos ojos por parte de los capitalinos desde los primeros meses de gestión del exprocurador capitalino.
De este modo, Mancera nunca pudo capitalizar su imagen de "ciudadano independiente" al frente del gobierno de la Ciudad de México, tras no haberse afiliado nunca al PRD, partido del cual logró asumir el control a través de operadores políticos como Héctor Serrano y Manuel Granados, así como alianzas estratégicas como la que sostuvo con la actual candidata del Frente a la capital: Alejandra Barrales.
La persecución política de Mancera contra Ebrard por las irregularidades en la construcción de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México tampoco significaron un triunfo, ya que una serie de amparos ante distintos tribunales ayudaron a que los responsables evadieran la cárcel. Tras la reaparición pública de Ebrard en México, en febrero pasado, Mancera reconoció que su gobierno no tenía ninguna investigación contra su antecesor.
De este modo, Mancera deja la Ciudad de México con un gobierno cuestionado para convertirse en el coordinador del Proyecto de Gobierno de Coalición del Frente PAN-PRD-MC.
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