POR MARTIN AGUILAR
Con la decisión del PRD de ceder su registro para la creación de Futuro 21 como nuevo partido, que busca hacer una alianza con ciudadanos y fuerzas progresistas de la sociedad, la izquierda desaparece del espectro político.
Hasta la fecha, el sol azteca, por muy disminuido que estuviera, se mantenía como la única opción de izquierda en el país, pues los demás partidos representan todo menos la lucha histórica que muchos de sus integrantes sumaron al perredismo.
Con la entrada de personajes como Gabriel Quadri y José Narro Robles, que hace unas semanas soñaba con ser dirigente nacional del PRI, y la invitación al PAN, a Felipe Calderón y Margarita Zavala para una alianza, la izquierda se desvanece.
Si bien es cierto que con Futuro 21 el PRD se reinventa para no morir, también lo es que nadie que haya dado la lucha histórica desde la izquierda se sentirá representado ahí.
Tampoco se identificarán con Morena, que ni partido es, ya que la organización pejista está mucho peor. Se formó con la combinación de líderes caciquiles de diversas tendencias, a los que más que una ideología los unen los intereses personales.
Nadie de izquierda podría apoyar a los cristianos del PES, por ejemplo, o unirse a los del PT, que en el papel son incluso hasta radicales y apoyan lo mismo a Venezuela que a Corea del Norte y Cuba, pero que en la realidad sólo buscan el dinero público.
Por tal razón, la izquierda auténtica –la que no ha sido corrompida– tendrá que reflexionar sobre su futuro, que no es nada halagador. Ni a ellos ni a los rufianes de otros partidos que se habían refugiado en el PRD para lavarse la cara les consultó si querían un Futuro 21.
La decisión perredista de ceder su registro para crear un nuevo partido, a cargo de "civiles", traerá más deserciones amarillas, aunque la oferta para la sociedad civil suplirá sus ausencias.
Por otro lado, si la idea era crear un partido político, el primer error de Futuro 21 fue el nombre, pues hasta ahora queda claro que su objetivo es ir más allá de las intermedias.
Cuando nació la propuesta, más de uno se quedó con la idea de que era una estrategia para las elecciones 2021, y que tratarían de recuperar los espacios legislativos en las cámaras, alcaldías y algunas gubernaturas.
O sea, que se estaban preparando para las intermedias, pero ya dejaron en claro que van por todas las canicas en el 24, y que pueden generar una gran masa que puede aglutinar a todo el que se oponga al pejismo.
Si eso camina, los morenos tendrán que preocuparse, pues ni todo el dinero que regalarán con sus programas sociales les alcanzaría para hacer frente a la sociedad civil, que estaría integrada por ciudadanos, empresarios, líderes sociales y políticos.
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