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sábado, 3 de agosto de 2019

LA BARRIADA

POR MARTIN AGUILAR

LO CORTES NO QUITA LO VALIENTE

De lo más bajo y ruin fue el movimiento que los exdiputados perredistas Iván Texta y Rebeca Peralta hicieron al dar un salto tardío a Morena, donde juran y perjuran que trabajarán sin descanso en favor de la Cuarta Transformación.

Ambos iztapalapenses disfrutaron de las mieles de ser del PRD mientras estuvieron en Donceles, donde sobre todo Texta fue uno de los principales operadores del gobierno que entonces encabezaba Miguel Ángel Mancera.

Las nóminas de lo que fue la última Asamblea Legislativa del Distrito Federal estaban repletas de gente afín a él e, incluso, en la burocracia capitalina sus parientes estuvieron en primera fila a la hora de cobrar.

No es que los políticos deban ser inmóviles o casarse con una idea de por vida —esos no abundan en México, pero tampoco se puede ser tan trompudo para irse a la opción que tanto se cansaron no sólo de criticar, sino de combatir.

Porque desde la bancada del PRD Texta fue un gatillero del gobierno para avasallar en la tribuna a los morenos que a —pesar de ser mayoría— estaban encabezados por Arnulfo Cravioto, quien con trabajos sabía cuánto era dos más dos.

Como quiera, los ahora ex perredistas se dan cuenta de repente que Morena era la opción democrática desde el principio y ellos no lo habían entendido. Que se equivocaron al maldecir y criticar a AMLO cada que podían.

Que la opción para gobernar no era Alejandra Barrales, sino Claudia Sheinbaum, y que lo mejor que le pudo pasar a Iztapalapa es que regresara Clara Brugada y no que hubiera llegado Karen Quiroga, aspirante de la alianza PAN-PRD-Movimiento Ciudadano.

Luego de que ambos, como todo el PRD, fueron apaleados, al grado de estar casi desaparecidos, se quieren formar en las filas de Morena a ver si les arrojan aunque sea una migaja, pero están muy equivocados.

En el sol azteca no cuentan; en el partido morenista no los necesitan y, lo peor para ellos es que quienes fueron sus gatos hoy serán sus patrones, con la agravante de que no les pueden prometer nada a cambio de sus servicios.

Si en verdad ya estaban hasta el gorro del PRD, pues hubieran buscado un camino independiente, pero qué flojera: se van a lo más fácil que es tratar de montarse en la fuerza morenista que hoy domina la capital.

Pues que se formen a ver si alguno debuta alguna vez en el primer equipo moreno, ya que ambos son de la división de ascenso.

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