POR MARTIN AGUILAR
JUAN AYALA EN PICADA
Por mucho que diga que una asamblea extraordinaria lo eligió en 2017 para ejercer un tercer periodo al frente del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la CDMX, Juan Ayala Rivero está fuera y sin posibilidades de regresar.
Si bien la asamblea a que se refiere, efectivamente, lo facultó para extenderse en su puesto por cuatro años más a partir de este 2019, la asamblea extraordinaria que él mismo convocó el 10 de julio pasado revocó su mandato y concedió el interinato a Héctor Castelar.
Por estatutos, Ayala Rivero tuvo que convocar a una reunión extraordinaria con los secretarios generales de las más de 40 secciones sindicales, entre el 10 y el 11 de julio, pues terminaba su segundo periodo y tenían que ratificarlo para un tercero hasta 2023.
Como sabía que tendría férrea oposición, el líder sindical quiso reventar la sesión para que no se votara y él pasar en fast track, pero los secretarios se le voltearon y designaron a Castelar, al menos para el resto del año, en tanto se modifican los estatutos para la elección.
Ni el nombramiento ni la destitución se han oficializado porque, en el ínter, se atravesaron las vacaciones en el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje, pero sólo es mero formulismo y el mes próximo quedará todo validado.
La caída de Ayala se operó desde la Secretaría de Gobierno capitalina, pues al hoy exdirigente no le perdonan los ataques que en campaña hiciera en contra de Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador.
Aunque no lo pueden ver ni en pintura, al también excandidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a diputado local le ofrecieron una salida digna: que se fuera por su propio pie y le conseguirían con Joel Ayala un cargo en la FSTSE, pero se negó y decidió dar pelea.
En una reunión privada con un funcionario del gobierno capitalino pidió 100 millones de pesos para retirarse; le dijeron que ni ahora ni nunca, solo lo echaron, sino que van por él y ya le están buscando hasta debajo de las piedras las anomalías de ocho años.
Pero la cosa no está fácil, pues aunque el primer paso ya está dado, aún falta la puntilla de parte del gobierno, ya que cuenta con aliados importantes dentro del sindicato y, si no se apresuran a desactivarlo por completo, les puede afectar la operación de la capital.
Lo primero que tiene que hacer la gente de Claudia es acelerar los expedientes en su contra y los de sus aliados para evitar una rebelión interna, que podría ser de graves consecuencias para la administración capitalina.
Así que si ya se decidieron a dar el primer paso, el segundo es vital; dicen que lo que no mata, fortalece.
Por cierto, todo el mundo sabe que Ayala Rivero no está solo en esta batalla, pues aún recibe ayuda de quienes fueron sus principales socios en el gobierno de Miguel Ángel Mancera, y que incluyen al hoy senador y de ahí para abajo y en la lista sigue su tocayo Miguel Ángel Vázquez otros cercanos al senador.
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