POR MARTIN AGUILAR
Luego que el coordinador de Seguridad de Publica del Gobierno de la CDMX, Tomás Pliego anunciara que el cinturón de seguridad implementado para contener los actos vandálicos de los anarcos que fue un éxito, formado por funcionarios públicos para evitar alguna represión y que en total fueron 150 y que en todo momento pusieron en riesgo su vida o de que fueran golpeados o heridos al contrarrestar a los vándalos, luego que uno de ellos lanzó petardos contra los funcionarios y que estos se replegaron para protegerse, fue un total fracaso.
No olvidemos que cuando el cinco de diciembre pasado, Claudia Sheinbaum anunció que, en honor a los estudiantes reprimidos en 1968 desaparecería el Cuerpo de Granaderos de la Ciudad de México, no pensó que, con ello, dejaba en manos anarquistas a los capitalinos.
Y es que durante las tres más recientes marchas dos de ellas en protesta por la violencia en contra de las mujeres, los manifestantes han agredido a policías, reporteros y ciudadanos, además de vandalizar comercios y monumentos históricos.
"No vamos a caer en provocaciones", han respondido tanto Sheinbaum como el Presidente, lo que los ciudadanos han traducido como que dejarán que los malandrines hagan lo que se les antoje sin ser molestados.
Sin granaderos con equipo especializado, los propios uniformados se exponen a que sean quemados vivos, como ocurrió hace tres días, cuando manifestantes incendiaron las puertas de la Cámara de Comercio de la Ciudad de México y bañaron con gasolina a un policía.
Por eso, las recomendaciones presidenciales de que durante la marcha de hoy los propios ciudadanos hagan cinturones de seguridad para aislar a los rijosos, conlleva a serios riesgos.
Porque los policías tienen protocolos, aprobados incluso por la Comisión de Derechos Humanos, para usar la fuerza y salvaguardar propiedades y personas.
No será con un "fuchi", "guácala" o "piensen en sus madrecitas" como van a parar a los vándalos que preparan para hoy otro día de fiesta.
En tiempos de Marcelo Ebrard, por ejemplo, se planteaban escenarios de qué hacer si llegan por tal calle y queman un camión. ¿Y si empiezan a dañar monumentos?
¿Qué pasará si los anarcos no respetan el "fuchi-guácala" de los cinturones de seguridad?
¿Entonces para qué pagan policía los capitalinos si la autoridad les pedirá que se organicen ellos mismos para defenderse, pero sin armas?
Dicen las malas lenguas que a la marcha se sumarán militantes de la CNTE y que, junto con policías vestidos de civil, serán una especie de halcones que contendrán a los vándalos. Se espera un buen agarrón.
Por lo pronto, hay que ver la infografía en la que Protección Ciudadana ubica los puntos rojos del recorrido, aunque el texto está inscrito como si fuera boleta de infracción, pues en la parte superior derecha, antes del punto rojo, se lee: puntos de "concentración". Quizá Chucho Orta fue quien revisó y aprobó la ortografía.
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