LÍDERES POLÍTICOS
Jesús Belmont Vázquez
Economía y política
Congreso de la Unión.- Si bien el gobierno federal ha centrado su discurso en el bienestar de los pobres, lo cual es entendible y apoyado por economistas y analistas, resulta imposible dejar de poner énfasis en el papel que juega el Producto Interno Bruto (PIB) en el panorama económico, ya que solo con crecimiento se podrá alcanzar un mayor beneficio para la población en situación de pobreza.
La economía mexicana tuvo un crecimiento estimado en poco más del 2.0 por ciento anual entre 1980 y 2018. En 2019 -primer año del actual gobierno- registró una contracción del 0.1 por ciento.
Sobre una base per cápita, el crecimiento promedio de México fue cercano al 1.0 por ciento entre 1980 y 2018. El PIB per cápita del país representaba hasta principios de este año el 34 por ciento del PIB per cápita de Estados Unidos, en comparación con el 49 por ciento que representaba en 1980. En este contexto, el progreso hacia la reducción de los niveles de pobreza ha sido moderado.
La proporción total de la población que vivía por debajo del umbral de pobreza monetaria en 2018 fue del 48.8 por ciento, cerca del nivel observado en 2008.
Después de una disminución entre 2010 y 2014, la tasa de crecimiento anualizado del ingreso medio per cápita en México fue de 1.8 por ciento entre 2016 y 2018, todavía muy por debajo del promedio de la región de América Latina y el Caribe.
Las bajas tasas de crecimiento y las desigualdades significativas continúan planteando la pregunta de cómo México puede crecer más rápidamente y ser más inclusivo sobre todo en momentos en que la economía se encuentra colapsada por los efectos del confinamiento como medida para mitigar los contagios de Covid-19.
De acuerdo al Fondo Monetario Internacional /FMI), el impacto de la pandemia en la economía mexicana provocará una contracción de 10.5 por ciento del PIB en el presente año.
México no solo es el país de América Latina con la previsión más negativa, también es una de las cinco naciones en el mundo que se espera tenga un mayor golpe a su economía como consecuencia de la epidemia del nuevo coronavirus, con la expectativa de que su PIB caiga a una tasa de dos dígitos.
Así las cosas, México parece estar en la puerta de la antesala de una depresión económica como nunca antes se había visto en la historia reciente.
En el ámbito político, la agenda de este año está ya siendo dominada por lo que serán las elecciones intermedias del 2021, las cuales arrancan en septiembre próximo y en las que se disputarán 15 gubernaturas, 500 curules de la Cámara de Diputados, mil 63 diputaciones locales, 19 mil 359 miembros de ayuntamientos y 431 cargos de cuarto nivel de gobierno en Campeche y Tlaxcala.
Este año es el segundo de gobierno del presidente López Obrador, y para millones de mexicanos que votaron por el cambio los resultados deberían comenzar a ser palpables, aunque habrá que recordar que a finales de 2019 AMLO pidió este año para sentar las bases de lo que será la administración de la 4T.
A estas alturas del año, el Instituto Nacional Electoral (INE) debería haber renovado cuatro de sus 11 consejeros electorales, pero la llegada de la pandemia paralizó las actividades legislativas, donde se debatirá la designación y aprobación de los consejeros.
Esta selección de más del 30 por ciento del consejo general del INE -que la Cámara de Diputados retomará el próximo 22 de julio en un período extraordinario- será un factor determinante en la organización de las elecciones del año entrante.
Para este 2020 y el 2021 se espera una excesiva centralización política, donde los relativos avances democráticos logrados en el pasado reciente, podrían quedar eliminados dando paso a una nueva autocracia.
La polarización entre dos bandos (chairos y fifís) podría incrementarse al grado de llegar a la confrontación en ciertos momentos, como llegó a suceder en Venezuela y más recientemente en Bolivia.
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