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lunes, 7 de septiembre de 2020

Líderes Políticos/ Jesús Belmont / Desafíos y crisis sanitaria

                     Desafíos y crisis sanitaria

Congreso de la Unión.- Uno de los mayores retos que enfrentan en estos momentos de crisis sanitaria tanto el gobierno federal como estatal, es encontrar cierto equilibrio entre los peligros para la salud de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, y los riesgos para la continuidad de los programas educativos de todos los niveles.
Lo recomendable es que en cuanto aminoren los contagios de Covid-19, los gobiernos se concentren en reabrir las escuelas con las medidas de seguridad sanitaria que sean necesarias para evitar una catástrofe generacional educativa.
Las decisiones que los gobiernos -no solo de México sino de todo el orbe- tomen en estos momentos tendrán un efecto permanente en cientos de millones de jóvenes, así como en las perspectivas de desarrollo y crecimiento de los países durante decenios. 
Y es que debido a la pandemia del Covid-19 que obligó al confinamiento social por varios meses, se calcula que en México 1.4 millones de estudiantes no regresaron a clases en el ciclo escolar 2020-2021.
De ese total, se estima que un 15 por ciento no continuará sus estudios en el nivel medio superior, el mismo porcentaje que se proyecta en la matrícula de jóvenes registrados en educación superior y posgrado.
Las cifras son del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y no contemplan a los alumnos de primaria, ya que, según el organismo,  tradicionalmente en México no ha habido abandono escolar en el nivel básico.
Según el PNUD a mediados de julio pasado las escuelas permanecían cerradas en más de 160 países, afectando a más de mil millones de estudiantes en todo el mundo. 
A nivel mundial casi 24 millones de estudiantes desde primaria hasta universidad, podrían haber abandonado las clases; al menos 40 millones de niños han perdido tiempo de enseñanza en su primer año de educación preescolar, un año fundamental para su desarrollo.
Este panorama obliga a los gobiernos a centrarse en reabrir las escuelas en cuanto la disminución de contagios de Covid-19 lo permita, dar prioridad al gasto en educación y a grupos vulnerables, así como invertir en alfabetización e infraestructura digitales.
A pesar de las clases impartidas por televisión y en línea, y de los esfuerzos del personal docente, sigue habiendo muchos alumnos a los que no se ha llegado.
Los estudiantes con discapacidades, aquellos de comunidades minoritarias o desfavorecidas, los desplazados y refugiados y aquellos en zonas remotas, son los que corren mayor riesgo de que se les deje rezagados.
Incluso para aquellos que tienen acceso a la educación a distancia, los buenos resultados dependen de sus condiciones de vida, incluida la distribución justa de las tareas domésticas.
Las iniciativas y propuestas de educación deben procurar llegar a aquellos que corren mayor riesgo de que se los deje atrás: las personas en situaciones de emergencia y de crisis, los grupos minoritarios de todo tipo, las personas desplazadas y aquellas con discapacidades.
La estrategia con la que se decidió impartir la educación pública fue puesta en marcha ante la imposibilidad de mantener clases presenciales para los 30 millones de alumnos que hay registrados en el sistema educativo del país. 
Sin embargo, el modelo ha sido muy cuestionado al no tomar en cuenta la diversidad de la población, ni a los grupos más vulnerables, por lo que lo más seguro es que la pandemia condene a millones de mexicanos a seguir sumergidos en la pobreza y el rezago socioeconómico.
¿Cuántas niñas, niños, adolescentes y jóvenes en comunidades alejadas con grandes rezagos sociales que no tienen siquiera televisión mucho menos una computadora se quedarán sin educación?                     
La Coordinación del Proyecto de Implementación Subnacional de la Agenda 2030 del PNUD en México, advirtió que aunque se carece de datos que permitan aseverar una caída en el índice de educación en México, es altamente probable que esto suceda. 
"En una estimación hipotética, en los años esperados de escolaridad sería equivalente prácticamente a regresar a niveles del 2015".
De hecho, advierte que entre mayor sea el periodo de educación a distancia, más difícil será que los estudiantes recuperen el rendimiento escolar.
Desde antes de la pandemia, el 16.9 por ciento de la población en México presentaba rezago educativo y el mayor era en grupos vulnerables: 31 por ciento pertenecía a grupos indígenas y el 44 por ciento a la población con discapacidad motriz.
De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) de 2018, dicho porcentaje de la población (16.9 por ciento) presentaba rezago educativo, con una disminución de cinco puntos porcentuales respecto a 2008; es decir, 3.4 millones de personas lograron superar dicha carencia en el transcurso de una década.



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