Rebeca Marín
De acuerdo con datos del Servicio de Administración Tributaria (SAT), el número de donatarias autorizadas para recibir donativos deducibles en México pasó de 10 mil 432 en 2019, primer año de la actual administración, a nueve mil 675 en 2021, lo que significa una reducción de siete por ciento.
En el mismo periodo, las donatarias autorizadas para recibir donativos deducibles del extranjero crecieron de tres mil 724 a cuatro mil 425, es decir, 19 por ciento.
Dominique Amezcua, coordinadora de Incidencia de la organización Alternativas y Capacidades, indica que la caída de donatarias autorizadas se debe también al endurecimiento de las obligaciones fiscales que éstas deben cumplir.
"Constituirte como donataria autorizada no es fácil, es un proceso complicado y requiere una serie de requisitos que, desde nuestro punto de vista, son un exceso. Lo que está generando este fenómeno es que menos organizaciones apuesten por constituirse en donatarias autorizadas porque cada vez son menos los beneficios y, al contrario, cada vez se endurecen más las medidas punitivas con respecto al incumplimiento de algún procedimiento.
"No quiere decir que estemos en contra de la rendición de cuentas y la transparencia. Hemos cumplido con cada uno de los nuevos requisitos que se plantean, pero con la pandemia y la escasez de los recursos (materiales, humanos y financieros), esta sobrerregulación se está traduciendo en que las organizaciones prefieren no constituirse o que incluso se vean obligadas a dejar de operar".
Lucía Hidalgo, directora ejecutiva de esta asociación que se decida a fortalecer a las organizaciones de la sociedad civil, agregó que generalizarlas a todas como corruptas "ha generado un entorno de un espacio cívico cerrado, un espacio público cada vez más restringido donde pareciera que lo único público refiere al gobierno".
A dos meses de llegar al poder, López Obrador anunció que dejaría de entregar dinero a las ONG a fin de que ya no hubiera intermediarios que manejaran los recursos públicos.
"Nosotros ya no vamos a entregar recursos a organizaciones, ni a organizaciones sociales, ni a las organizaciones de la llamada sociedad civil, para eso es el gobierno… Los apoyos van directo a los beneficiarios, no va a haber intermediarios.
"Si el dinero pasa por muchas oficinas administrativas —el dinero que va a la gente— o pasa por organizaciones, no llega, o llega muy poco, porque hay piquete de ojo", expresó en su conferencia del 5 de febrero de 2019.
El mandatario también se ha dedicado a criticar a las organizaciones civiles que reciben apoyo del extranjero. Incluso solicitó formalmente al gobierno de Estados Unidos retirarles su financiamiento, sin tener una respuesta afirmativa.
El pasado 15 de agosto, en una gira por Jalisco, volvió a externar su molestia con este tipo de donaciones.
"Y pedirles de manera muy respetuosa a las asociaciones no gubernamentales que, aunque vivan de eso, nos dejen, porque no estoy hablando al tanteo, hay quienes viven de administrar conflictos, reciben dinero para eso, hasta del extranjero. Hay en Estados Unidos asociaciones, incluso del gobierno de Estados Unidos, que les dan financiamiento a asociaciones no gubernamentales. Entonces, cruz, cruz, cruz, que se vaya el diablo y que venga Jesús".
Amezcua considera que el discurso presidencial, además de estigmatizante, no abona en una sociedad donde la cultura de la donación y la filantropía está en ciernes. Y donde la pandemia terminó por agravar todo.
"Por supuesto que ha habido un impacto sustancial en el trabajo que hacemos las organizaciones en el marco de la pandemia: 40 por ciento de las organizaciones ha tenido que reorientar sus programas, siete de cada 10 refieren que han tenido una disminución de fondos y 44 por ciento han tenido que recortar personal remunerado por esta disminución en los recursos. ¿Y qué hacemos? Estamos resistiendo".
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