Luego que hace unos días vecinos del Valle de México buscan colgar a las autoridades de la SCT por el ruido que hacen los aviones al entrar y salir de la CDMX, legisladores, empresas aéreas y dependencias oficiales guardan un conveniente silencio sobre el tema.
Los legisladores, porque le sacan a elaborar una ley en la materia, es decir, que por increíble que parezca, no existe en México una norma sobre el ruido. Las aerolíneas, porque no les conviene que exhiban a sus pilotos, y el gobierno, porque es incapaz de explicar el asunto.
En marzo pasado, Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano, organismo encargado de que las operaciones aéreas sean fluidas, seguras y ordenadas, puso en marcha la primera etapa del reordenamiento del espacio aéreo en la capital.
Es decir, las rutas por las que los aviones entran y salen de la Ciudad de México fueron modificadas por recomendación de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que es la máxima autoridad aeronáutica mundial.
Además de aprovechar las nuevas tecnologías, se busca perfilar la operación entre los aeropuertos de Toluca, Morelos y de la CDMX, con lo que se construye en Santa Lucía.
Ese rediseño se había recomendado desde 2008, cuando ni siquiera se proyectaba un nuevo aeropuerto, y se habría tenido que hacer así si se hubiera construido en Tizayuca, Texcoco o Santa Lucía.
Es más, aunque no se hubiera construido ninguno, el espacio aéreo se tenía que rediseñar por el aumento del servicio de taxis aéreos y del uso de drones. Incluso se tenía que prever la llegada de los autos voladores que tendrán que llegar a México.
Hasta ahí todo el mundo contento, pero surgen las protestas vecinales y nadie le quiere entrar, provocando que el tema se politice y se caiga en la desinformación. Lo grave es que, con su silencio, la misma autoridad permite que el problema crezca.
Porque, si bien, hubo un rediseño del espacio aéreo, son los mismos aviones de siempre; suena ilógico que por las nuevas rutas se aumente el ruido. Lo que pasa es que hay lugares donde no pasaban las aeronaves, y ahora que lo hacen, no les gusta.
Vecinos del sur-poniente de la capital dicen que el ruido supera lo permitido, según sus propios estudios. Y aquí la cosa se entrampa, pues habrá que ver quién hizo los estudios y qué parámetros utilizó, porque no existen normas oficiales.
Sería ilógico pensar que un rediseño aumente el ruido, pues éste lo generan los aviones, no las rutas. En esto las aerolíneas tuercen el rabo, pues las aeronaves modernas cuentan con tecnología para abatir el ruido, sólo que los pilotos deben capacitarse más en técnicas de vuelo.
El gobierno tendría que fijar posición para evitar que voces no especializadas mal informen a la sociedad. Quien debería hablar es el titular de Seneam (Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano), Víctor Hernández, quien, como integrante de la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional), participó durante 15 años en rediseños por todo el mundo.
Algo debería saber, aunque a lo mejor en la SCT se guardaron que el secretario Jorge Arganis explique a detalle el tema, en su comparecencia de hoy en San Lázaro… Claro, si los diputados se atreven a preguntarle. El balón está en cancha de la 4T.
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