A más de un año de que Julio César Moreno se fuera a Morena y que esto generó traición al PRD, el también Nenuco es de los pocos a los que Claudia Sheinbaum permite que le hablen al oído y, lo mejor para él es que sus palabras son escuchadas.
Cuando el entonces alcalde Venustiano Carranza anunció que dejaba el partido donde había estado toda su vida para irse al 4T, los primeros en protestar no fueron los perredistas, sino militantes de Morena, que incluso amenazaron con rebelarse.
Con todo y las amenazas, Sheinbaum lo apoyó, y además de haberle conseguido una diputación federal para él, acogió en el gobierno a su hermano Israel, para el que revivió la Subsecretaría de Asuntos Metropolitanos, que ella misma había desaparecido.
En el PRD dicen que con ellos tenía aseguradas varias posiciones, por lo que no tenía ninguna necesidad de irse. Claro, a menos que le hubieran ofrecido frenar cualquier acción legal contra su hermano, que en 2017 fue destituido en Venustiano Carranza por un desacato judicial.
Como quiera, Julio César refrendó su triunfo electoral dejando la alcaldía en
manos de Evelyn Parra, con él manejando todo desde las sombras, y de paso evitó que la barrida contra Sheinbaum fuera aún mayor.
De todos es sabido la falta de pericia política de la jefa de Gobierno, y su carencia de buenos operadores, y quizá por eso escucha mucho a El Nenuco, que, independientemente de que sea confiable o no, sabe más que cualquiera del equipo claudista.
Porque al experredista lo podrán acusar de traidor, pero no de tarugo, pues, como se dice, literalmente no tiene un pelo de tonto.
Su apuesta es alta y, si Claudia llega a ser la candidata presidencial, probablemente a él le irá muy bien; de lo contrario, el hoy diputado federal tendrá que enfrentar el canibalismo de la 4T.
Porque, si no es la elegida, la influencia política de su jefa se verá reducida, y en un partido sin disciplina, donde confluye una mezcolanza de caciques de segunda, lo más seguro es que pierda más de lo que ganó en junio pasado.
No es secreto que no sólo perredistas, sino también varios morenistas le quieren cobrar viejos agravios a Julio César, y difícilmente lo dejarían pasar. Seguramente sería enviado a la cola, incluso detrás de muchos que hoy están debajo de él.
Su esperanza es que le vaya bien a Sheinbaum, quien es receptiva a sus recomendaciones, lo que obviamente no gusta mucho en otra áreas de la administración capitalina.
Por ejemplo en la Secretaría de Gobierno, donde Martí Batres se ve despachando en el Antiguo Ayuntamiento dentro de tres años, seguramente no acaban de aceptar que su jefa escuche más a otras voces e ignore la suya.
La apuesta de El Nenuco es alta; o se va a las nubes o acaba arrastrándose en el piso.
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