Rebeca Marín
El reciente aumento de los precios de los alimentos y la energía "podría afectar de manera desproporcionada a los hogares más pobres", aumentar el hambre e inseguridad alimentaria y profundizar las brechas de desigualdad, expone un publicación del Banco Mundial.
Se debe a que los hogares de más bajos ingresos en las economías emergentes y en desarrollo gastan aproximadamente el 50 por ciento de sus ingresos en alimentos, mientras los de ingresos más altos aportan sólo el 20 por ciento a este fin, detalla.
El artículo publicado previamente por el Instituto Brookings apunta que algunos de los hogares más pobres, que viven por debajo de la línea de pobreza mundial, se pueden beneficiar de dicha alza porque suelen depender de ingresos no monetarios, como la agricultura de subsistencia, que pueden ser menos vulnerables a la inflación.
"En una economía en desarrollo promedio, más de la quinta parte de los hogares que se encuentran alrededor o por debajo de la línea de pobreza son vendedores netos de alimentos, por lo que el alza de los precios de los alimentos podría ser positiva para ellos. No obstante, la gran mayoría de los pobres de las economías en desarrollo siguen siendo compradores netos de alimentos, por lo que las escaladas de los precios de los alimentos tienden a aumentar la pobreza en general", acotó.
La publicación recalca que actualmente en más de la mitad de las economías que cuentan con un objetivo de inflación, ésta se encuentra por arriba de dicho rango. El incremento de los precios puede mermar el valor de los salarios y los ahorros reales, aumentando la pobreza de los hogares.
"En el caso de los países de ingreso bajo, las interrupciones en los suministros, así como el alza de los precios podrían provocar un aumento del hambre y la inseguridad alimentaria. Además, las alteraciones en las cadenas de suministro podrían intensificar las presiones inflacionarias", advirtió.
Se debe, en parte, a que los hogares más pobres a menudo carecen de acceso a productos financieros que les puedan proteger contra la inflación; mientras los de altos ingresos pueden reemplazar fácilmente los bienes de mayor calidad en tiempos de crisis económicas; así como aprovechar descuentos y compras al por mayor.
"La elevada inflación, en síntesis, tiende a empeorar la desigualdad o la pobreza porque afecta más a los ingresos y los ahorros de los hogares más pobres o de medianos ingresos que a los de los hogares ricos. Los hogares que recientemente han escapado de la pobreza podrían caer de nuevo en esta situación debido al aumento de la inflación", advirtió.
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