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miércoles, 27 de abril de 2022

La Barriada/Martín Aguilar/Enemigo en casa

El principal partido opositor al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es Morena.

 

De ninguna manera se asumen como partido en el gobierno; son activistas que polarizan, impulsan consultas y movilizaciones.

 

Morena como tal tiene solo tres millones de afiliados. Pero en el 2018 el Presidente le entregó un triunfo a 30 millones de mexicanos.

 

¿Qué ha hecho dicho movimiento desde entonces a la fecha? Solo dilapidar el capital político del mandatario.

 

Durante las elecciones del 2021 la cifra se redujo a 17 millones de votos, pero su necedad de realizar la consulta de Revocación de Mandato, les arrojó solo 15 millones de votos.

 

Aún así presumen el fracaso como la madre de todas las victorias. ¿Qué los llevó desperdiciar tan valioso capital?

 

Se equivocaron, pensaron que la figura de López Obrador estaría incólume todo el sexenio.

 

Se echaron a la hamaca, y ahora obligados a hacer campaña, el resultado fue la derrota.

 

Diversos actores morenistas han puesto en el banquillo de los acusados a su dirigente nacional, Mario Delgado Carrillo.

 

El hecho es que Delgado ha perdido el control de su partido. Ha creado discordias y divisiones al imponer como candidatos a sus amigos y recomendados.

 

Todo lo anterior ha sido la causa del surgimiento de un sin número de corrientes, grupúsculos y tribus, herencia de la bazofia de otras fuerzas políticas.

 

La lucha fratricida al interior de Morena es de todos contra todos. No hay disciplina, principios ni respeto a jerarquías.

 

Sobra decir que el grupo de mayor fuerza es el de Tabasco, que encabeza el Presidente.

 

En la Ciudad de México, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum ha creado un Frankenstein. Un bloque deforme que no le permitió ganar la elección de 2021.

 

Tampoco le ayudó a alcanzar la meta de 3.5 millones de votos en la consulta de Revocación de Mandato.

 

Paralelamente, el equipo político de Sheinbaum se ha enfrentado abiertamente al del canciller Marcelo Ebrard y al del senador Ricardo Monreal.

 

Los episodios más notables de las divisiones al interior de Morena-gobierno, lo protagonizaron pesos completos:

 

El entonces consejero jurídico Julio Scherer, con la hoy presidenta de la Mesa Directiva del Senado, Olga Sánchez Cordero en calidad de secretaria de Gobernación.

 

Fuera del gabinete, el "hermano" del Presidente se enfrentó con fuerza al fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero al denunciarlo penalmente.

 

En Palacio Nacional tampoco están exentos de grillas y patadas bajo la mesa. De eso saben de sobra el vocero Jesús Ramírez y el secretario particular del Presidente Alejandro Esquer en contra del ex vocero César Yáñez.

 

A ello se le suma la soterrada confrontación que sostiene Citlalli Hernández, secretaria general de Morena con Mario Delgado. No caben en la misma dirigencia.

 

Lo anterior sin contar las fuertes divisiones en las entidades de la República, donde Delgado ha hecho destrozos entre la militancia.

 

No hay lugar donde se pare Delgado y que salga librado de reclamos, rechiflas, corretizas, apedreado o que le lanzan huevos o botellas con agua.

 

Así es como se entiende el errático gobierno de López Obrador y las derrotas que se acumulan. El Presidente tiene al enemigo en casa. 


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