Cualquiera con algo de dignidad se hubiera retirado tras ser agredido por quien, se supone, es su familia, a la que aspira encabezar cuando Andrés Manuel López Obrador abandone la vida pública.
La agresión al canciller no puede ser tomada como un simple incidente durante la fiesta obradorista, pues se trata de una de las tres corcholatas destapadas por el mismísimo Presidente con posibilidades de sucederlo en el trono.
Aunque la fiesta era del inquilino de Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum jugó de local y, como anfitriona, debió prever que sus invitados especiales estuvieran resguardados, a fin de evitarles cualquier desaguisado… a menos que quisiera lo contrario.
Y no porque un escupitajo pudiera lastimar a su principal oponente, sino porque el mensaje de unidad que buscaban queda hecho añicos, pues cualquiera podría pensar que la agresión fue consentida por el propio López Obrador, que estaba presente.
Algo similar, sólo que sin gargajo de por medio, le ocurrió a Cuauhtémoc Cárdenas en una marcha obradorista allá por 2014, cuando simpatizantes del tabasqueño lo insultaron previo al arranque, tras ser dejado solo en la retaguardia, mientras AMLO estaba ya en el Zócalo.
El ingeniero se retiró en medio de los insultos y, contrario al canciller, tomó distancia. Lo de este domingo debería hacer reflexionar a Ebrard sobre si se espera hasta enero para abandonar Morena o empieza a pintar su raya, pues se le puede hacer tarde para 2024.
Y es que uno de sus principales competidores que, en definitiva, no estará más en la 4T, Ricardo Monreal, ya fue invitado por el PRD a ser su precandidato a la Presidencia de la República, con un proyecto de reconciliación nacional.
El zacatecano es una chucha cuerera y ya le tomó ventaja a Ebrard, que, si no decide rápido, la oposición puede ser seducida por el senador, que también mantiene una excelente línea de comunicación con el PRI y con Movimiento Ciudadano, aunque con el PAN no tanta.
Y mucho le ayudan los radicales de Morena, que por enésima vez quieren destituir a Monreal como líder del Senado, a pesar de que cada que lo intentan salen apaleados. Así lo hizo un par de veces con Martí Batres y otra con su paje, Arnulfo Cravioto.
Aunque ninguno era de su peso, ahora Cravioto lo vuelve a intentar, con el apoyo de Sheinbaum, y quizá esta vez el de Zacatecas se deje ganar para salir de Morena como víctima y no como traidor e irse a la alianza.
El senador ya va corriendo y Marcelo puede tomar el escupitajo como el pretexto que estaba esperando para ubicarse en la pista de carreras fuera de la 4T, lo cual tendría que ocurrir antes de que los Reyes Magos acaben su chamba.
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