No tiene desperdicio la declaración que legisladores de Morena hicieron en su visita a Palacio Nacional, donde Andrés Manuel López Obrador les reconoció la aprobación de sus reformas legislativas, y aprovecharon para declararse "serviles al Presidente, y a mucha honra".
Es motivo de orgullo para los integrantes de la 4T ponerse ese calificativo y hasta presumir públicamente, pero ante los mexicanos es el reconocimiento de una claudicación absoluta ante el poder presidencial.
Y son libres de decir lo que se les pegue la gana, faltaba más, pero que no les pese ni tantito reconocer que han renunciado al equilibrio de poderes, y que apoyarán sin chistar todo lo que les ordenen, como viles chairos, es dejar a un lado toda dignidad.
No era necesario que se reconocieran como una oficialía de partes del gobierno, pues todo mundo tiene claro que son empleados y que la disputa entre ellos es por ver quién es el más tapete, aunque no nada más de Palacio Nacional.
Eso pasa en todos los congresos del país, incluyendo el de la Ciudad de México, por supuesto, donde también pasan sin ver todo lo que les ordena Claudia Sheinbaum, así tengan que burlar la Constitución, como fue el irregular nombramiento de Ernestina Godoy como fiscal.
Luego de esto, será muy interesante ver qué es lo que ofrecen en campaña los candidatos de la 4T en los distritos del país, que tienen necesidades distintas entre sí, y donde los aspirantes prometen defender a sus pobladores.
Pero si debiera ser una vergüenza para los legisladores, también lo tendría que ser para la gente que los sigue apoyando, a pesar de saber que, después de los votos, se olvidarán de sus promesas y servirán a sus gobernantes.
Al término de la contienda electoral, el trabajo de los legisladores tendría que centrarse en defender los intereses de sus electores y no los de las autoridades, y que ya en sus curules dejaran a un lado las diferencias políticas para convertirse en representantes populares.
Que la lucha postelectoral la dejen a sus partidos fuera de los congresos, y que ellos se concentren en impulsar lo que beneficie a la sociedad y no lo que les plazca a sus patrones.
Porque no existe ningún gobernante que no se equivoque y que todo lo que proponga sea perfecto. Tan sencillo como que lo que beneficia a unos quizá perjudique a otros, ya que el país –y la ciudad no es la excepción– es un territorio de contrastes.
En la propia capital hay zonas rurales, populares, ecológicas y residenciales en una misma alcaldía, por no decir que los territorios del oriente son completamente diferentes a los del occidente, por lo que sus necesidades son distintas.
Que un legislador reconozca públicamente ser "servil" a la autoridad es traicionar al pueblo que lo eligió, porque cuando pidió el voto prometió defender los intereses de la comunidad, no del gobierno.
La abierta competencia de lambisconería entre los morenos puede ser un bumerán para la propia 4T, al menos en la capital.
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