Ante el oscuro panorama que avizoran los morenos para 2024, algunos de sus líderes en la ciudad están volteando a ver Iztapalapa, para blindarla de los ataques de la oposición, que se les quiere meter hasta la cocina.
Ya entendieron que los capitalinos se cansaron pronto de la 4T, y se lo demuestran cada que tienen oportunidad de ir a las urnas; para votar en contra de ellos o ignorando sus llamados a participar.
Si en 2021 perdieron ya nueve de las 16 alcaldías de la ciudad, y las que ganaron fue apenas por unos cuantos votos, no es difícil suponer que dentro de dos años se despedirían del efímero poder obtenido en 2018.
Pero saben que si quieren retener la Presidencia de la República, deben obtener una votación muy importante en la capital, y por eso blindarán las alcaldías más grandes.
La joya es Iztapalapa, donde Clara Brugada está ubicada entre los gobiernos más aceptados en la ciudad, lo que le ha hecho pensar que puede ser candidata a la Jefatura de Gobierno. El problema es que en el resto de la CDMX no la conocen.
La siguiente alcaldía en importancia es Gustavo A. Madero, que con todo y el aparato apenas ganaron por cuatro puntos. Y, la tercera, es Álvaro Obregón, donde fueron apabullados por Lía Limón y no se ve cómo puedan regresar.
De estas tres, la que más les interesa es Iztapalapa, y a pesar de que hay varios tiradores, como las diputadas Aleida Alavez, Martha Ávila y hasta Carlos Cervantes —sobrino de Ernestina Godoy—, a quien Brugada promueve descaradamente es a Gabriel García.
Este personaje, en un tiempo cercano a Marcelo Ebrard, comandó a los siervos de la Nación y al inicio del sexenio, el Presidente lo hizo coordinador de delegados especiales que manejan las políticas de apoyos en cada entidad.
Su poder era inmenso, hasta que Claudia Sheinbaum perdió la ciudad el año pasado, y fue culpado de la derrota, porque no supo utilizar el poder de los programas sociales para obtener más votos; le pidieron la renuncia.
Ahora Gabriel está llevando todos los recursos a Iztapalapa, donde se reúne con líderes locales, para decirles que él va a ser el próximo alcalde. En esa tarea le ayuda su esposa Adela, quien es la que le opera.
El llamado Monje no va solo, Ernestina ya empezó a citar a algunos exfuncionarios de gobiernos anteriores, para pedirles que no se muevan mucho, porque sus carpetas siguen vivas.
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