El presidente Andrés Manuel López Obrador enfrenta una de las peores crisis de su administración.
Todo el tiempo ha gritado a los cuatro vientos que en México se acabaron las masacres.
Pero sucedió el incendio en una estación migratoria de Ciudad Juárez con saldo de 39 extranjeros calcinados.
Efectivamente, no se trata de una masacre, pero si de un "crimen de Estado", definido así por diferentes sectores de la sociedad, incluidos legisladores de oposición.
¿Habrá sanciones? ¿El presidente le pedirá la renuncia al secretario de Gobernación, Adán Augusto López?
¿O despedirá al canciller Marcelo Ebrard? ¿O al titular del Instituto Nacional de Migración (INE), Francisco Garduño?
Es difícil esperar eso del mandatario. Los tres mencionados son sus amigos.
Pero en caso de pedirles la renuncia a los dos primeros, tendría una oportunidad de oro para dejarle libre el camino a su aspirante consentida, Claudia Sheinbaum.
Sin embargo, la situación es mucho más complicada que echarle la culpa de todos los males a los periodistas y medios de comunicación.
Hay que recordar que, en el sexenio de Felipe Calderón, sucedió la tragedia de la Guardería ABC, lo que motivó la salida del director del IMSS, Daniel Karam Toumeh y la detención de otros implicados.
La oposición al régimen calderononista lo acusó de ser el responsable de la muerte de 49 bebés y de lesiones a 104.
Situación similar golpeó con dureza al gobierno de Enrique Peña Nieto con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Pero no sólo eso, en medio de esa crisis el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre se vio obligado a solicitar licencia al Congreso de la entidad.
También cayó en prisión el alcalde de Iguala, José Luis Abarca –apadrinado en su momento por López Obrador- y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa.
Eso es lo que sucedió en dos tragedias que marcaron para siempre los sexenios de Calderón y Peña Nieto.
Sobra decir que el gobierno de López Obrador estará marcado por la muerte de 39 migrantes y por muchos otros problemas más que han polarizado a la sociedad.
Por eso, reprochó que los medios de comunicación hicieran una cobertura detallada del incendio.
"Estoy viendo lo de las redes sociales, todos nuestros adversarios, y la mayoría de los medios de información, están en contra de nosotros", dijo en tono por demás molesto.
"Y ahora como son temporadas de zopilotes, ahora son los campeones del amarillismo, del sensacionalismo, trafican con el dolor humano", reclamó airadamente.
Dejó en claro que "no habrá juicios sumarios" en contra de los funcionarios involucrados, y esperará al final de las investigaciones para deslindar responsabilidades.
El hecho es que distintos actores calificaron la tragedia como crimen de Estado, puesto que se registró en instalaciones del gobierno federal bajo la tutela de autoridades militares.
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