Cuando Marcelo Ebrard gobernaba el entonces Distrito Federal, una de las tantas áreas de su Dirección de Comunicación Social fue encabezada por Yessica Miranda, quien amén de su pésimo carácter, se le recuerda por hacer del Zócalo una gran carpa.
Le acercó a su jefe empresarios que lo mismo instalaban una pista de hielo, que organizaban grandes conciertos y verbenas en la Plaza de la Constitución, muda testigo de la visita de artistas como Carlos Santana, por ejemplo, que tocaron gratis.
El Zócalo se volvió un gran negocio para mucha gente; a Marcelo le dio una gran popularidad, pues los capitalinos estaban felices de disfrutar espectáculos de altura, sin pagar un solo peso… al menos no de su bolsa.
Mientras la parte del show la llevaba Miranda, la comunicación política y la relación con los medios la encabezaba el experimentado tamaulipeco Óscar Argüelles, lo que catapultó la popularidad de Ebrard, que en un alto porcentaje aún mantiene.
La idea fue tan buena, que ahora Claudia Sheinbaum se la apropia para promover su imagen mediante cantantes y artistas con gran penetración entre el público. Lo mismo han actuado Los Tigres del Norte que Grupo Firme; pronto vendrá la española Rosalía.
Aunque se publicitan como conciertos gratuitos, la realidad es que estos espectáculos se pagan con el dinero de los contribuyentes, y es una forma legal —aunque inmoral— de gastar el dinero público en su promoción personal.
Porque la jefa de Gobierno no podría ser acusada de desvío de fondos o actos anticipados de campaña, debido a que los millonarios recursos se gastan oficialmente en entretenimiento y cultura para el pueblo.
Sheinbaum aún busca traer al cantante Bad Bunny, que es un fenómeno entre los jóvenes, casualmente en las semanas previas a la aplicación de las encuestas de Morena para elegir a su aspirante a suceder a Andrés Manuel López Obrador.
Marcelo sabe perfectamente que esa promoción funciona y no podrá quejarse ni acusar a Claudia de violar la ley o de no respetar el piso parejo; su esperanza sería lograr que todas las corcholatas se separen de sus cargos para competir internamente por la candidatura.
Pero como eso no va a ocurrir, el canciller está convocando de nuevo al equipo de Comunicación que ideó esas estrategias, para que vayan pensando en otras, y al mismo tiempo vean si pueden desactivar las que ellos crearon y que ahora la jefa de Gobierno aprovecha.
Se espera un buen duelo de estrategias, quizás en promoción enfocada a las redes sociales, como los TikTok que ambos aspirantes han intentado; se pone divertido el asunto.
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