Que alguien levante ya a Ricardo Monreal o que al menos le ponga una jerga para que no se ensucie de tanto tirarse al piso.
Y es que el zacatecano anda peor que La Chabela, aquella solterona que todos los días confesaba al padre sus pecados, pues se sentía la mujer más impura del mundo y rogaba por el perdón divino para que descansara en paz su alma.
El líder del Senado no se cansa de agradecer cada día al presidente de la República que lo haya distinguido al volverlo a invitar a Palacio Nacional, para felicitarlo por la aprobación en fast track de al menos 20 iniciativas en el último minuto del primer periodo legislativo de este año.
Lo que debería ser un ejercicio de la división de Poderes a la que tanto apeló Monreal, se ha convertido en una cadena de caravanas hacia el líder moral de la 4T, y todo porque, en apariencia, le levantó el castigo de casi dos años.
Todo mundo recuerda que, hasta antes de las elecciones de 2021, el senador tenía derecho de picaporte en Palacio, pues se cocinaban las principales reformas constitucionales que Andrés Manuel López Obrador necesitaba aprobar para su proyecto.
Todo fue miel sobre hojuelas hasta que el zacatecano se inconformó una vez más, porque Morena quería darle la alcaldía Cuauhtémoc a René Bejarano y a su esposa Lola Padierna, dejando sin nada a su muchacho Néstor El Rojo Núñez.
Ante ello, Monreal acordó con el desaparecido Leonel Luna lanzar a Sandra Cuevas por el PRD, y para sorpresa de todo mundo, la hoy alcaldesa apaleó al polémico matrimonio y se quedó con el territorio donde se asienta el Poder Ejecutivo y el corazón financiero del país.
Las elecciones de ese año representaron la peor derrota política para Claudia Sheinbaum, quien culpó de ello al zacatecano, y eso no se lo perdonaron en Palacio Nacional. Desde entonces le echaron hielo al senador.
Hábil como es, Monreal logró no sólo sobrevivir, sino también fortalecerse al lado de la oposición en el Senado, y se volvió una especie de contrapeso para el Poder Ejecutivo… hasta que terminó el actual periodo legislativo y de plano se entregó.
Dicen que era su última oportunidad de subirse al barco de las candidaturas morenistas para 2024, y al parecer era cierto, pues luego de no respetar los acuerdos con la oposición, se tiró al piso y dijo que él no era un cacique y que su liderazgo estaba socavado.
Es decir, reconoció que ya no tiene el control del Senado, por lo que el paso lógico sería renunciar a ello. Ahora dice que no traicionó a nadie y que para él lo más importante es que el presidente lo haya invitado a su mesa de nuevo.
Desde entonces se le ve feliz y anda por las nubes, diciendo que prefiere "quedarse sin nada" sin hueso, pues— antes que traicionar al presidente.
De despotricar contra el tabasqueño, ahora anda flotando porque el líder ya lo volvió a mirar a los ojos, por lo que no le importa haber sido rebasado en el Senado. Hasta parece que estuviera dispuesto a cambiar su curul por algo más interesante… como la CDMX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario