Al Presidente Andrés Manuel López Obrador lo rodean dos tipos de cercanos y funcionarios públicos.
Por un lado, los abnegados, aduladores, sumisos, sometidos, dóciles, de ciega obediencia y fidelidad.
Por el otro, los leales, pero no incondicionales, que se revelan a la primera de cambios o que se manejan con una mínima independencia.
Los primeros, son los que más han ganado, pues son copia fiel del andar, decir y comportar de López Obrador.
Se trata de funcionarios que replican los dichos del mandatario, hablan como él y adoptan sus actitudes.
Los segundos, aunque le son leales, de alguna manera buscan diferenciarse sin caer en la desobediencia y deslealtad.
Ejemplo, contundente de la corte de abnegados, son la hoy ex jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.
En su momento, Sheinbaum coordinó los trabajos y supervisión de la construcción del segundo piso del Periférico, sin ser ingeniera o arquitecta.
Le acarreó dividendos la ciega obediencia al entonces jefe de gobierno, López Obrador, quien hizo a un lado al reconocido César Buenrostro.
En esa tesitura se encuentran el ex secretario de Gobernación, Adán Augusto López y los gobernadores de Campeche, Layda Sansores y de Veracruz, Cuitláhuac García.
El resultado de ser copia fiel del político de Tabasco, fueron altos cargos, apoyos e incluso reconocimientos públicos desde la conferencia matutina.
Sin embargo, eso no quiere decir que los mencionados hayan sido o sean los más férreos defensores de López Obrador.
En la época del desafuero, hubo tres funcionarios que defendieron a capa y espada al jefe de gobierno.
Marcelo Ebrard, Alejandro Encinas, Martí Batres y César Yáñez. El destino de los mencionados no ha sido el mejor y, por si fuera poco, es incierto.
Ebrard, no tiene segura la candidatura presidencial, por eso su persistente demanda de "piso parejo".
Además, en 2012 le cedió el paso a López Obrador, a pesar de haberle ganado la encuesta.
Alejandro Encinas, aguantó la presión y no cedió a las tentaciones autoritarias que le exigían desalojar el plantón de Reforma que se extendió por 50 días.
Martí Batres, fue el primer dirigente nacional de Morena y responsable de darle vida a dicho movimiento.
Batres soñó con ser jefe de gobierno por seis años. La suerte no le ayudó y debe conformarse con un año tres meses de mandato.
Y César Yáñez, sumido en el ostracismo ha sido el más maltratado, a pesar de cargar siempre las maletas y suministrarle personalmente sus medicamentos.
La corte de los abnegados y aduladores, son los que han alimentado el ego presidencial y, por tanto, los ganadores de los mejores premios.
El resto, ya sabe su destino. Ahí están claros los ejemplos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario