¿Por qué la intención del titular del Poder Ejecutivo de exhibir la ventaja en las preferencias de su partido?
¿Y por qué su obsesión por minimizar a como dé lugar el crecimiento en las preferencias del Frente por México, y de Xóchitl Gálvez en particular?
Simple: su obsesión fue llegar al poder a costa de lo que sea. Y lo logró después de 13 años de recorrer el país, y atacar sistemáticamente a los gobiernos en turno.
Hoy que la oposición está en el papel que López Obrador desempeñó los años citados, el mandatario acusa complot y rechazo a su proyecto.
Pero más allá de un supuesto cambio o transformación que se deterioró, el fondo es el poderío económico y político en juego.
Es decir, lo que significa detentar los recursos económicos de 22 gobiernos estatales y de la presidencia.
Para 2024 habrá elecciones en nueve gubernaturas, incluida la Ciudad de México que dejó de ser el bastión que siempre presumió López Obrador.
De este bloque, seis gobiernos de Morena se someterán por primera vez al escrutinio ciudadano. Será la prueba de fuego. La capital es su mayor riesgo.
Además se renovará la totalidad del Congreso de la Unión: 500 diputados y 128 senadores de la República.
La suma de los cargos a disputarse es de 20 mil porque se incluyen diputaciones locales y alcaldías. De esa dimensión es la disputa política.
El panorama será diametralmente opuesto para Morena y López Obrador, puesto que en 2018 hubo 89.4 millones de ciudadanos en el listado nominal.
Para el 2024, el listado estimado para final del año será de 98 millones de electores con posibilidades de acudir a las urnas.
Es decir que habrá casi 10 millones de nuevos votantes, a los que López Obrador ha buscado encantar con las dadivosas becas.
¿Repetirá la historia de una votación de 30 millones de votos? Eso no sucederá. Cada elección es muy diferente. Hace seis años López Obrador era un remolino político.
En días pasados SIN PROTOCOLO publicó su debilidad, dicha por él en su conferencia matutina: la Ciudad de México.
Hoy Morena y López Obrador arrastran el desgaste propio de un gobierno que causó decepción en lugar de la transformación prometida
De hecho, al mandatario no le importa violar la ley, y tampoco obedecer las recomendaciones de las autoridades electorales.
Esta semana presumió con todo y gráficas la ventaja de su partido frente a la oposición.
¿Ha entrado en desesperación? Si no es así, los hechos lo demuestran.
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