El anuncio bomba del miércoles pasado, donde Adrián Rubalcava dijo que siempre no se iba del PRI —al que apenas había renunciado—, acabó de desnudar su jugada de manchar hasta donde pueda a la alianza Va por la CDMX, tras fallar en su misión de dinamitarla.
Sólo así se entiende que haya despotricado —con toda razón— contra su dirigencia, a la que acusó de utilizarlo como ficha de cambio, y despedirse para después intentar regresar a donde no lo quieren.
Al no poder cumplir su misión de detonar a la alianza desde adentro, su capital político se devaluó, incluso ante los ojos de Claudia Sheinbaum, con la que tenía un añejo acuerdo político para brincar a Morena.
Al ser bajado de la contienda por la candidatura a la Jefatura de Gobierno, el alcalde de Cuajimalpa quedó desactivado y, en su enojo, cometió una cadena de desatinos que hoy lo tienen contra la pared.
Apenas había anunciado que dejaba el PRI, dio a conocer supuestas ofertas de Morena, Movimiento Ciudadano y del Partido Verde Ecologista, con el que, incluso, tenía negociaciones desde hace seis meses.
Después advirtió que, debido a los malos tratos que recibió, sus diputados avalarían la ratificación de Ernestina Godoy por cuatro años más como fiscal. El revire le llegó de inmediato: diputados, dirigentes y hasta el alcalde de Magdalena Contreras, Gerardo Quijano, se deslindaron de él.
Al entregarse antes de tiempo, el alcalde con licencia se quedó sin cartas para negociar con la 4T, donde ya no lo consideran tan útil como cuando estaba en el Frente.
Como Adrián sabe que no le sostendrán la oferta que tenía antes de que lo bajara el PRI, ahora quiere ser útil tiznando el proceso opositor, mediante el cual resultó elegido Santiago Taboada, y de paso raspar a Xóchitl Gálvez.
Al dar marcha atrás a su renuncia del tricolor, anunció una demanda ante el Tribunal Electoral, acusando a PRI, PAN y PRD de no respetar los términos de la convocatoria para la candidatura de la CDMX, violando con ellos sus derechos políticos.
En términos llanos, el alcalde pide anular el proceso y la candidatura de Taboada, además de que Xóchitl se manifieste también en contra. Él sabe que si se anula el proceso, los partidos pueden sacar en fast track una nueva convocatoria y anunciar que será por designación.
Lo que busca es sembrar en los electores la idea de que el proceso opositor fue antidemocrático, y que Gálvez no se atrevió a criticarlo, lo cual tiene a todos sin cuidado, pues el día de la elección nadie se acordará y su voto no será en función de ello.
Lo único que Adrián está logrando es quedar con la etiqueta de traidor, pues al igual que su enamorada, Sandra Cuevas, optó también por pausar su relación con el Frente.
Y habría que ver si en Cuajimalpa, donde abundan zonas de clase media y media alta, lo siguen camino a Morena, así sea disfrazado de ecologista. ¿Lo seguirá también su equipo?
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