La Barriada/Martín Aguilar/Ni la burla perdona

El pasado fin de semana, el Presidente Andrés Manuel López Obrador dejó en claro quién manda.

 

Resultó totalmente falso el traspaso del famoso "bastón de mando" a su presunta sucesora Claudia Sheinbaum.

 

El mandatario recreó una mítica atmósfera para hacerle creer a la sociedad que cedería trozos de su supremo poder.

 

Para nada fue cierto la entrega del mando a Sheinbaum su futura candidata

 

La incluyó en su propia sucesión; la propició e impulsó, pero al mismo tiempo la detenta y controla.

 

López Obrador revivió la simbiosis del partido de Estado, toda vez que gobernantes de Morena, son al mismo tiempo dirigentes del partido en el poder.

 

Entregó a Sheinbaum un bastón, pero sin poder. La engañó permitiéndole escoger a Omar García Harfuch como favorito para la jefatura de gobierno.

 

Pero no fue así, desde Palacio Nacional se orquestó la operación contra Harfuch; ataques, intrigas palaciegas y golpes bajos fueron el pan de cada día.

 

Herfuch era el candidato de Sheinbaum, pero no de los grupos más duros y radicales que se impusieron con Clara Brugada.

 

Doble derrota sufrió la aspirante presidencial y a la vista de todos. López Obrador le quitó el control y la decisión de escoger a los candidatos en las nueve gubernaturas donde habrá elecciones en 2024.

 

Pero más grave resultó hacer a un lado al candidato de Sheinbaum; Harfuch ganó tres encuestas que lo colocaron con 50% de aceptación.

 

El pretexto fue inverosímil: tocaba mujer en la Ciudad de México, por decisión del Instituto Nacional Electora (INE).

 

Los genios del morenismo echaron por la borda La oportunidad para triunfar con facilidad en 2024 con un candidato de alto potencial electoral.

 

Con esa decisión Morena-gobierno le hicieron el favor a la oposición al quitarle a Harfuch que punteaba en los sondeos.

 

Hasta el pasado fin de semana, la diferencia entre los dos bloques era de seis puntos: 43.4% Morena y aliados, contra 37.4% de la Alianza Va Por la Ciudad de México.

 

Es decir que, a pesar de los vaivenes, jaloneos, encuentros y desencuentros, la oposición se ha colocado -sin candidato oficial- en un lugar de alta competencia que puede darle el triunfo.

 

Factores adicionales se han sumado en contra del gobierno-partido en comparación de 2021, cuando PRI, PAN y PRD arrebataron nueve de las 16 alcaldías a Morena dominante en la Presidencia y la jefatura de gobierno.

 

Los astros se alinean a favor de la oposición. El ambiente electoral cobra forma. 


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