Nilda Patricia Velasco de Zedillo solía comentar que su esposo el Presidente Ernesto Zedillo, era un demócrata.
En los hechos nadie hubiese pensado que el mandatario más tecnócrata de la historia, fuese el más demócrata de la época reciente.
Tres hechos históricos le dan la razón a la entonces primera dama, quien coordinó la remodelación del Salón Tesorería, donde el Presidente Andrés Manuel López Obrador ofrece sus conferencias.
El primero, tiene que ver con no haber interferido en la elección por primera vez del jefe de gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas.
La relación entre el michoacano y Zedillo era de excelencia. El mismo Presidente le marcaba al teléfono rojo de la oficina de Cárdenas en el viejo Palacio del Ayuntamiento.
Zedillo ordenó al último regente de la Ciudad, Oscar Espinoza Villarreal, una tersa transición hacia el gobierno electo democráticamente en 1997.
Pero no le fue bien a Espinoza. Fue el chivo expiatorio para validar la lucha histórica y acabar con el régimen priista de las regencias en la capital.
Lo persiguieron por medio mundo hasta encarcelarlo en Nicaragua, donde estuvo a peldaño de la muerte por el agravamiento de su salud. Lo dejaron solo a su suerte.
Después vino la elección del 2000. Vicente Fox se perfiló como candidato y luego triunfó. López Obrador candidato a jefe de gobierno también alcanzó la victoria.
En ninguno de los dos procesos, el federal y local, Zedillo cedió a presiones para abrirle las arcas de la nación al todavía poderoso partido tricolor.
Incluso, le allanó el camino a López Obrador para su candidatura porque incumplía el requisito de residencia. Fue candidato a petición de Cárdenas y triunfó.
El Presidente Zedillo, informó primero al embajador de Estados Unidos en México, Jeffrey Davidow del triunfo de Fox y después al político de las botas.
Francisco Labastida, el candidato presidencial prisita, caminaba al auditorio Plutarco Elías Calles a proclamar su triunfo, pero Zedillo ya había operado su estrategia.
Este martes, López Obrador cuestionó la presencia de Zedillo en México y le pidió responder una serie de preguntas.
El por qué la deuda del Fobaproa, la reforma de pensiones, la desaparición del tren de pasajeros y la reducción de compra del salario.
Bajo ese contexto, bien haría López Obrador, en aclarar porque violó la ley al incumplir el requisito de residencia y por qué traicionó a Cuauhtémoc Cárdenas.
Esas son las diferencias entre un demócrata y un dictador.
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