En los pasillos políticos, desayunaderos, comederos y del entorno de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, surgen y circulan diversas versiones.
Lo más fuerte son las discrepancias generadas en el primer círculo del político de Tabasco y su candidata.
Primero, que pudiese haberse gestado una especie de arrepentimiento de López Obrador al haberla escogido como candidata.
Eso cobró fuerza tras el debate de Claudia con Xóchitl, donde la morenista sólo esquivó los ataques de la opositora.
La falta de una respuesta contundente de Claudia enojó al mandatario. Eso fue lo que trascendió los muros de Palacio Nacional.
Segundo, hay incomodidad del Ejecutivo por la falta de empatía de sus colaboradores, pues les reclama dejarlo solo frente a los cuestionamientos de la oposición, periodistas y demás adversarios.
Tercero, en círculos políticos corre la versión de que al llegar al poder Sheinbaum se desprenderá del yugo que ejerce sobre ella el de Macuspana.
Que esas expresiones que alcanzan el grado de promesa, las ha realizado en entornos donde se toman decisiones y ante personalidades del mundo de la política.
Cuarto, lo que genera incertidumbre, temor, impotencia y terror, es que Sheinbaum adopte una intolerancia superior a la de su mentor.
Eso a raíz de que en diversos foros y mítines, Sheinbaum demanda ganar la mayoría en la Cámara de Diputados y el Senado de la República.
Tal postura la ubica como una dictadora en ciernes, toda vez que pretende no tener contrapesos para modificar la Constitución a su antojo.
Y quinto, se han generado divisiones en Morena a consecuencia de las decisiones que no han sido del agrado de la candidata presidencial.
Por ejemplo, que el Presidente decidió escoger a Clara Brugada como candidata a la jefatura de gobierno, en lugar de su preferido Omar García Harfuch.
Todo ello es lo que se ventila en las diferentes esferas del poder, mediante trascendidos de Palacio Nacional, pláticas de primera mano o de manera indirecta.
El fondo de todo, tiene su desenlace en el avance, a paso lento, pero firme de la candidata de Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez.
Hay quienes ya toman distancia. Prefieren no comprometerse a fondo con sus adversarios de la oposición ante un eventual cambio de gobierno.
Pero hay temerarios que empujan tomar decisiones legaloides, pese a fungir como candidatos a algún cargo de representación popular.
Eso es lo que prevalece. ¿Claudia romperá con López?
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