Maussan apoya el cambio de nombre al Desierto de los Leones desde el Congreso de la CDMX

Martín Aguilar

 

Los responsables de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (SEDUVI) del gobierno capitalino y de la Comisión de Nomenclatura del Distrito Federal, fueron exhortados por el Congreso de la Ciudad de México a que con base en sus atribuciones, modifiquen el nombre del Parque Nacional Desierto de los Leones.

 

Diputados de la bancada de Morena del recinto de Donceles y Allende, respaldaron la presentación de la propuesta en el sentido de que la autoridad gubernamental reconozca oficialmente a este sitio con su nombre histórico de Santo Desierto de Nuestra Señora del Carmen de los Montes de Santa Fe.

 

Mientras tanto, los legisladores locales de las diez fracciones y asociaciones parlamentarias, en sesión en la que estuvo presente el ufólogo Jaime Maussan que habita en la zona del Desierto de los Leones y respaldó el cambio de nombre, avalaron el punto de acuerdo en el que se expone que entre sus amplios bosques y manantiales, se encuentra el monasterio construido por la orden religiosa de los Carmelitas Descalzos en 1605, a cargo de Fray Andrés de San Miguel, el cual cuenta con un claustro principal, celdas, refectorio, biblioteca, cocina, hospederías, lavandería, túneles, huerta con capillas y caballerizas, donde permanecieron hasta 1814, en la zona forestal conocida como Santo Desierto de Quauhximalpa.

 

Resulta que a principios del siglo XVIII un fuerte sismo causó graves daños y el lugar fue demolido y reconstruido con un proyecto del arquitecto José Miguel de Rivera Saravia, quien también construyó el Colegio de las Vizcaínas.

 

El nombre Desierto de los Leones, entre otras versiones populares, se atribuye a que entre los años de 1854 y 1876 residieron en este lugar los hermanos León, quienes eran propietarios de esas tierras y se encargaban de su cuidado forestal contra la tala de árboles.

 

Para los congresistas, al haber aprobado el exhorto, este nombre no refleja adecuadamente su identidad ni su valor histórico y cultural, porque no reconoce su importancia de área natural protegida ni fortalece el sentido de pertenencia de la comunidad.

 

Se dio cuenta que en 1900, Miguel Ángel de Quevedo encabezó una labor de conservación del sitio, que resultó en que el Constituyente de Querétaro en 1916 plasmara en la Carta Magna la responsabilidad del Estado en la conservación de los recursos naturales.

 

Fue el presidente de México Miguel de la Madrid Hurtado quien impulsó la preservación, explotación y embellecimiento del Desierto de Los Leones, pero no se puso el nombre adecuado e histórico al lugar.

 

Los representantes populares al escuchar la fundamentación del punto de acuerdo tuvieron conocimiento de que "la pérdida de nombres históricos implica la pérdida de identidad cultural, el desconocimiento de la historia y la desvalorización del patrimonio local. Cuando se pierden o ignoran los nombres históricos de lugares, se borra una parte fundamental de la memoria colectiva de una comunidad, lo que dificulta la conexión con su pasado y sus raíces". 


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