Coordenadas Políticas/Martín Aguilar/Viene lo más difícil

¿Qué sigue tras la aprobación de la reforma al Poder Judicial en la Cámara de Diputados y el Senado de la República? ¿Terminarán las movilizaciones de rechazo?

 

Por lo pronto no hay indicios de que lleguen a su fin las expresiones de inconformidad, el enojo y el repudio al abuso de un poder en contra de otro.

 

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, artífice de la propuesta de reforma adoptada y avalada al pie de la letra por la legión de diputados y senadores del régimen, no dio pauta al debate y a aceptar modificaciones.

 

Por el contrario, el obradorismo se impuso ante los partidos opositores con una brutalidad nunca vista en un país que presume democracia, pluralidad y libertad de expresión.

 

Cuál régimen dictatorial, las sedes del Poder Legislativo fueron amuralladas por la policía que lanzó gases a los trabajadores del Poder Judicial, acciones y actitudes siempre repudiadas por los opositores del pasado.

 

Pero los inconformes no se dejaron intimidar por la fuerza pública, que no obedeció a ningún mando policiaco, sino a la máxima autoridad senatorial en la figura del impresentable Gerardo Fernández Noroña.

 

Ver para creer, Noroña siempre crítico de los gobiernos represores, hoy se alzó con el garrote investido como presidente del Senado. Y lo que falta, un año estará en el cargo.

 

Por lo pronto la reforma avalada por el Congreso federal inició su periplo por la República. Su aval debe alcanzar el mínimo de 17 Congresos estatales para que adquiera el estatus de reforma Constitucional.

 

Un maratón de sesiones en los Congresos estatales, perfilaba cumplir con el requisito durante el transcurso de este jueves.

 

Las Legislaturas locales, sólo funcionan como trámite, puesto que carecen de facultades para modificar la reforma recibida. Solo pueden aprobarla o rechazarla.

 

¿Qué seguirá una vez que se cumpla el capricho con tufo a venganza del Presidente saliente? Su promulgación y publicación en el Diario Oficial de la Federación.

 

Todo eso será posible antes de que asuma como presidenta constitucional Claudia Sheinbaum.

 

Pero las cosas no se han tranquilizado, y persiste el amago de que las protestas se prolonguen hasta el 1 de octubre, fecha de la ceremonia de su investidura.

 

Estos son tiempos convulsos, como lo ha sido prácticamente toda la presidencia de López Obrador. ¿Respirará la sociedad con su ausencia? ¿Se oxigenan el ambiente político?

 

Eso se sabrá tan pronto asuma Sheimbau el cargo. Uno de los primeros eventos de importancia, será acudir a la toma de protesta de Clara Brugada como jefa de gobierno el 5 de octubre. 


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