"La Dirección de Inteligencia Nacional de Estados Unidos y organizaciones ambientalistas advierten que en México se realizan experimentos climáticos que no están regulados por agencias internacionales y que, señalan, tienen dudosos resultados en la mitigación de los efectos del cambio climático.
Manejo de la radiación solar, inyección de aerosoles en la estratósfera y cultivo de sargazo son algunas de las controversiales pruebas que se realizan de manera poco transparente en cielo y mar mexicanos, con la supuesta intención de mitigar los efectos del calentamiento global.
Una de las últimas voces de" alerta fue lanzada por la oficina de la directora de Inteligencia Nacional del gobierno de Estados Unidos, Avril D. Haines, a través de un memorándum en el que advierte sobre los peligros que representan los llamados "actores no estatales" en la gobernanza y cooperación internacionales. En el documento publicado el pasado 18 de mayo, el organismo informó que una empresa de reciente creación anunció que el año pasado llevó a cabo un experimento de geoingeniería no regulado en México y otro en el suroeste de Estados Unidos, en febrero de 2024.
Se trata de la firma European Astrotech, con sede en Reino Unido, que lanzó a la atmósfera globos con dióxido de azufre para llamar la atención sobre la falta de avances en la mitigación del cambio climático y promover mayor aceptación de iniciativas comerciales de geoingeniería.
De momento, ni las organizaciones ambientales ni el gobierno mexicano han dado cuenta de tales ejercicios ni de los lugares donde se habrían realizado.
La geoingeniería es la intervención a gran escala de los océanos, suelos y la atmósfera con el fin de reducir los efectos del calentamiento global; su aplicación incluye medidas centradas en el bloqueo de la luz solar o en el reflejo de la luz hacia el espacio exterior para remover el dióxido de carbono, uno de los principales gases que provocan el efecto invernadero.
Aunque las intenciones parecen atender el grave problema del cambio climático, las empresas que aplican técnicas como la inyección estratosférica de aerosoles, el blanqueado de nubes marinas o el adelgazamiento de los cirroestratos —nubes de gran altitud formadas de cristales de hielo— son criticadas por ambientalistas y científicos debido a que no atacan las causas de fondo, sino que lucran con "soluciones" de corto plazo.
En septiembre de 2022 el investigador Andrew Lockley trabajó con European Astrotech, para realizar dos experimentos al aire libre de "de Manejo de la Radiación Solar (SRM), en el marco del proyecto SATAN (Transporte y Nucleación de Aerosoles Estratosféricos); las pruebas consistían en lanzar desde Aylesbury, Reino Unido, un globo meteorológico que liberaba dióxido de azufre en la estratósfera.
El ejercicio fue replicado por la empresa Make Sunsets que, sin ningún tipo de participación pública o escrutinio científico, lanzó un globo en Baja California con el objetivo de vender "créditos de enfriamiento", es decir, cobrar a empresas que no quieran reducir emisiones de gases a cambio de enviar grandes cargas de dióxido de azufre a"refrescar" la atmósfera.
En enero de 2023, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y el Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt) condenaron el experimento y prohibieron su práctica, pues no hay acuerdos internacionales que supervisen las actividades de geoingeniería solar, las cuales representan una salida económicamente ventajosa para una minoría y riesgosa para la supuesta remediación del cambio climático".
La Semarnat estableció una estrategia para prohibir estas prácticas en el territorio nacional. "Bajo el principio precautorio y las bases establecidas en el Protocolo de Montreal, que impulsa la protección a la capa de ozono y el combate al cambio climático, se detendrá cualquier práctica a gran escala con geoingeniería solar en su territorio, las cuales presumen ser tecnologías de gran escala, pero aún permanecen en desarrollo", informó.
La empresa estadounidense Make Sunsets centra sus esfuerzos en la inyección estratosférica de aerosoles mediante el uso de sulfatos, opción que, advierten los críticos de esta práctica", podría provocar el agotamiento de la capa de ozono, alterar los patrones de lluvia y viento en los trópicos y subtrópicos, además de que el dióxido de azufre puede provocar problemas respiratorios y es tóxico en altas concentraciones.
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