La situación en Sinaloa se ha tornado complicada, por la disputa desatada entre las facciones del poderoso cartel de esa entidad.
El secuestro de Ismael El Mayo Zambada, traicionado por Joaquín Guzmán López, metió a los socios en una confrontación imparable.
Los constantes enfrentamientos entre Chapitos y Mayitos, ha puesto al descubierto las traiciones y guerras soterradas con decenas de ejecuciones.
En esa trama de encuentros y desencuentros, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya parece tener el agua hasta el cuello.
El pasado fin de semana se informó de manera oficial que el mandatario estatal sí estuvo presente en el lugar donde fue secuestrado El Mayo.
Pero, además en el rancho donde sucedió el hecho, también fue asesinado el ex rector de la Universidad de Sinaloa, Héctor Nemesio Cuén.
La negativa del gobernador en cuanto a que no estuvo en ese lugar, ha prendido las alertas en torno a lo incierto de su destino.
Y es que no es para menos, en los días subsecuentes a la detención de Zambada, Andrés Manuel López Obrador realizó una férrea defensa de Rocha Moya.
En todo ello, no solo debe explicaciones el gobernador, sino el propio ex presidente, quien fue un asiduo visitante a la entidad.
Las especulaciones en torno a su eventual colusión con los jefes del Cártel de Sinaloa, parecen cada vez más ciertas y sólidas.
Pero por lo visto, aún hay demasiado por escribir de esta historia, una vez que la Fiscalía General de la República, profundice en las indagatorias.
Los cabos que no están tan sueltos, son los que han creado un ambiente hostil, entre los ex socios, en reyertas por el territorio sinaloense.
Lo que sí es claro, es la cercanía que siempre tuvo el anterior gobierno con el clan de Los Chapos, y de una u otra manera con El Mayo Zambada.
Hoy lo que se vislumbra es un rompimiento que puede derivar en la conformación de un poderosos cártel como el de Jalisco Nueva Generación, ante la debilidad de su rival.
Una eventual alianza de mayitos o chapitos con el Cártel de Jalisco, daría pauta al nacimiento de una poderosa fuerza del crimen organizado que difícilmente podría ser combatida.
El reto para el actual gobierno no tiene parámetro. La fuerza del Estado debe ser superior a cualquier otro poder informal.
La presente administración apenas inició, tiene todo por delante para demostrar que es un gobierno fuerte.
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