Cuando el alcalde Janecarlo Lozano anunció su gabinete en Gustavo A. Madero, varios nombres llamaron la atención, pues entre ellos había algunos ligados a su exjefe Víctor Hugo Lobo, aunque el cargo más importante lo entregó a un fuereño.
Y es que en la Dirección de Jurídico y Gobierno, posición número dos en el organigrama de la alcaldía, designó a Fernando Martínez Álvarez, a quien conoció en Coahuila, cuando ambos apoyaron a Morena en la elección local.
Nadie entendía que Janecarlo llevara como segundo de a bordo a alguien que no sólo desconocía la GAM, sino que tuviera como expertise ser ambientalista.
Hasta que se supo que Martínez Álvarez proveyó de varios millones de pesos a Lozano para la fallida campaña morenista en Coahuila, con la promesa de que, si se ganaba, tendría varias concesiones mineras.
Pero ganó el PRI y el ambientalista perdió su dinero que, dicen, no era poco. Si bien los empresarios apuestan políticamente en cada elección, esta vez se quejaron de que no habían visto la inversión.
Por eso, cuando a Francisco Chíguil no le permiten dejar a su esposa, Beatriz Rojas, como su sucesora, Morena se ve en la necesidad de improvisar un candidato que no fuera fuerte para poder controlarlo.
Es así como Janecarlo llega de rebote a la candidatura y, con el impulso de la 4T en las elecciones de junio pasado, llega al gobierno de la segunda alcaldía más importante de la ciudad.
Quienes han estado cerca de la dupla Lozano-Martínez Álvarez no tienen la menor duda de que el coahuilense viene con la idea de recobrar su inversión perdida, por lo que habrá que poner lupa a los contratos que se autoricen en esa demarcación.
Porque, si de algo tiene fama el nuevo alcalde, es de que es un enamorado del dinero, sobre todo el que se consigue con facilidad. Pero como tampoco tiene experiencia en la administración pública, requería de personal entrenado que le facilite las cosas.
Es aquí donde comienza a tentar a integrantes del equipo de Lobo, quienes caen en la seducción de alcanzar una buena posición, además de un poco de poder y de dinero.
Tal es el caso del profesor Tomás Calvo, ideólogo que había sido de los más cercanos a Lobo, pero que sucumbió cuando le ofrecieron ser el director de Capital Humano, que nada más maneja la millonaria nómina de la alcaldía.
Como una de las primeras acciones de Calvo y de su nuevo jefe fue deshacerse de todo lo que oliera a sus antecesores, se le ocurrió dar de baja a 364 trabajadores que cobraban por honorarios asimilados en el área de Autogenerados.
Pero con tan mala suerte que, ante el amago de los trabajadores con cerrar la alcaldía, se echaron para atrás para evitar problemas, amén de que desde el gobierno central les mandaron un oficio con el que les indicaban que había un acuerdo para que nadie fuera despedido este año.
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