Como los matrimonios donde los padres casan a sus hijos por conveniencia y sin pedirles opinión, en Xochimilco el exalcalde José Carlos Acosta no digiere aún que Morena le haya impuesto como sucesora a la petista Circe Camacho, de quien ya se quiere divorciar.
No por nada la negociación de la 4T para definir la candidatura en esa demarcación fue la más difícil de las 16 de la capital. Tanto, que Claudia Sheinbaum tuvo que hacerle manita de puerco a José Carlos para que dejara de boicotear la sucesión.
El cacique xochimilca se aferraba a que su directora general de Inclusión y Bienestar Social, Erika Rosales, heredara el cargo, que por equidad de género los morenistas tenían que darle a una mujer; se negaba a dejar pasar a Circe, diputada local impulsada por el PT.
Incluso, Camacho fue agredida varias veces por personas identificadas con Acosta cuando visitaba Xochimilco para promover sus aspiraciones. Al final, el alcalde fue doblado y lo compensaron con una diputación federal para que tuviera fuero.
Pero antes de irse pidió que le respetaran algunos espacios en la alcaldía, pues tenía compromisos con su grupo de proveedores y con varios de sus operadores políticos. Pero fue tal el cochinero que dejó, que Circe lo tuvo que exhibir en el Congreso de la Ciudad de México.
Y es que desde su primer día como alcaldesa la petista enfrentó inundaciones en varias colonias por falta de mantenimiento, y de personal o equipo para atender la emergencia.
Apenas unos días después, como por arte de magia, empezó a ser presionada por diversos grupos que le cerraban vialidades en demanda de pagos de salarios y refrendo de sus plazas de trabajo, lo que se leyó como un intento por desestabilizarla.
Todo el mundo sabía que detrás de las manifestaciones estaba José Carlos, quien quería mover el avispero. Sobre todo, ahora que Clara Brugada lo hizo coordinador general de Capital Humano de la Secretaría de Administración y Finanzas.
En pocas palabras, lo puso a cargo de la nómina del gobierno de la ciudad, desde donde puede presionar a las dependencias y alcaldías, incluso afectando el pago a sus trabajadores.
Quizá cansada de los ataques, y de que Brugada no tomara cartas en el asunto, al comparecer ante el Congreso local para defender su presupuesto para 2025, Camacho aprovechó los reflectores y exhibió a su antecesor.
Se dijo preocupada por el cochinero que recibió, entre obras pagadas sin terminar, deficiencia en servicios, instalaciones y equipamiento en mal estado, sin contar con un ejército de aviadores, por ejemplo.
Entre sus principales preocupaciones señaló la revisión de 97 contratos de obras, suscritos por Acosta, 23 de ellos pagados sin que se conozca la documentación que los soporte; andan bailando alrededor de 102 millones de pesos.
La alcaldesa fue arropada en Donceles, incluso por la oposición, pues las irregularidades pueden convertirse en demandas penales y si no da vista a la Contraloría para que investigue, ella es la que se puede meter en un problema.
Está claro que la luna de miel de Morena y el PT no duró mucho en Xochimilco, y en cualquier momento se firmará el divorcio.
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