Después de ser barridos en junio, los partidos de oposición siguen desarticulados y no se ve quién pueda tomar la batuta en la capital, pues los principales activos del PAN y del PRI fueron borrados.
La esperanza opositora acabó cuando Santiago Taboada cayó ante Clarita Brugada y entró en depresión; el panista arrió banderas y tomó distancia —literalmente— de la Gran Tenochtitlán.
Todos creen que, si Taboada se hubiera quedado a pelear desde la trinchera capitalina, sería el líder opositor que hoy la ciudad busca. Que, incluso con una buena narrativa, sería el héroe que los antimorenistas buscan.
Ya había pasado el filtro de las carpetas judiciales que intentaron armarle, y si el gobierno hubiera intentado algo contra él, sería la víctima que todo mexicano arroparía, y en ese momento sería el candidato a 2030.
Pero optó por la comodidad de un cargo nacional en su partido, y dejar colgados no sólo a quienes se la jugaron con él en su equipo, sino a otros líderes que creyeron en él y a los que también abandonó.
Aunque Santiago diga que no se ha ido y que no se descarta para dentro de seis años, la decepción causada a sus seguidores, pero sobre todo a los ciudadanos que apostaron por él, harían que su camino fuera muy cuesta arriba.
Por si las moscas, los panistas que dominan el partido en la ciudad voltean a ver al alcalde de Miguel Hidalgo, Mauricio Tabe, de los más cercanos al dirigente nacional, Jorge Romero, aunque estaría en la mira por lo del Cártel Inmobiliario.
Y es que si los panistas no pudieron combatir esa narrativa, que les pegó durísimo en las urnas, no se ve cómo pudieran darle la vuelta si insistieran en apostar por alguno de los involucrados en el tema, aunque no le hayan comprobado nada.
Es aquí donde surge la imagen de Alessandra Rojo de la Vega, alcaldesa en Cuauhtémoc, quien, a pesar de haber llegado por la alianza opositora, no es identificada con ningún partido y mantiene su imagen de activista.
Muchos la ven como una influencer metida a la política, y que si bien tiene un buen manejo de redes, los seguidores no dan votos.
Y quizá tengan razón, pero Alessandra es la única que se percibe como ciudadana; como una mujer entrona que se da tiempo para ser madre y alcaldesa.
Otros más opinan que se trata sólo de una chava fresa en busca de fama, pero quienes la defienden dicen que no tendría ninguna necesidad de andar bajo el sol, en tareas de bacheo, limpieza o seguridad, pues ya era conocida.
El chiste es que no es vista como la clásica política y los partidos ya le pusieron el ojo. El martes pasado, por ejemplo, fue invitada al Consejo Nacional del PRI, en representación de todas las alcaldesas tricolores del país.
Para el PAN tampoco ha pasado desapercibida y, aunque le falta mucho, si a la aceptación social con que cuenta, se le suma la operación de los partidos, se vuelve en un activo importante para la oposición.
Mientras ha sabido llevar la fiesta en paz con Clarita, lo que se ha traducido en apoyos para su alcaldía.
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