Rebeca Marín
Cerca del 20 por ciento, es el detrimento que comerciantes ambulantes que se ubican afuera de las escuelas, registran en sus ventas diarias.
Esto, luego que entrara en vigor, desde el pasado 29 de marzo, la prohibición en la venta de comida chatarra, dentro y fuera de los planteles educativos.
Al respecto, Angélica García, que tiene cerca de 30 años vendiendo dulces, papitas y otras golosinas afuera de una escuela en el centro de la ciudad, comparte que anteriormente, además de botellas de agua natural, también vendía refrescos, y los tuvo que retirar de su oferta. Asimismo, descartó las papitas y frituras, lo que significó una disminución en sus ventas.
No obstante, para intentar recuperarlo, ha optado por ampliar su oferta con otros alimentos más sanos, como aguas de sabores naturales, fruta picada o rallada, así como mangonadas elaboradas con sabores naturales.
Tenemos que seguir trabajando y echándole ganas, pues de esto he vivido desde hace 30 años; yo no tengo otro ingreso.
Por otro lado, Sergio Ríos, quien también vende dulces afuera un plantel educativo, menciona que los niños siguen pidiendo papitas y frituras, y cuando les menciona que no tiene, ellos se van. Además, en la mayoría de los casos, menciona, son las mamás quienes acuden con los niños a comprar los dulces, y no siempre escogen las opciones más nutritivas, aunque las haya.
Esta nueva regla nada más nos afecta a los pequeños comerciantes, porque pues aunque yo no les venda papitas o refrescos a los niños, ellos se van al Oxxo o a la tienda de la esquina, que están a menos de 50 metros de aquí de la escuela, y ahí los compran, señaló
Incluso, en algunos puestos ambulantes se siguen observando jugos procesados, refrescos y papitas fritas, entre otros. Coinciden, los comerciantes, en que si se desea cambiar realmente la cultura de la alimentación, debe empezar en casa, no en la calle, pues la tentación siempre estará para los niños, fuera de la escuela o más lejos.
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