Fwd: La Barriada/Martín Aguilar/Un fracaso llamado Reforma Eléctrica

El gran derrotado no aceptó haberlo sido durante su conferencia matutina de este lunes.

 

Por el contrario, culpó a la oposición de haber "traicionado" a México al rechazar la reforma eléctrica enviada a la cámara de Diputados.

 

¿Pero cuál es la realidad? ¿Quién o quiénes fueron los verdaderos responsables del fracaso de Morena y el Presidente?

 

El tema tiene diversas vertientes, pero el más claro apunta a la animadversión que tiene el gobierno y su partido hacia la oposición.

 

López Obrador y su partido se dicen demócratas, cuando resulta que son todo menos eso. No se les da el diálogo.

 

A dos años y medio de su mandato, el Presidente que dice enarbolar la democracia no se reunido con ninguno de los dirigentes políticos de oposición. No hay fotografías que lo atestigüen.

 

Lo mismo ha hecho la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, quien tampoco se ha reunido con los presidentes de los partidos en la Ciudad de México.

 

De una u otra forma, al menos los últimos cinco ex presidentes de México tuvieron reuniones formales o informales con la oposición.

 

Esos encuentros allanaban en cierta forma las votaciones que requerían sus iniciativas ante el Congreso de la Unión.

 

Aunque Carlos Salinas acuñó el famoso "ni los veo ni los oigo", cedió al PAN el gobierno de Guanajuato con Carlos Medina Plasencia.

 

Ernesto Zedillo, considerado el más demócrata de entre ellos, incorporó al panista Antonio Lozano Gracia como titular de la entonces Procuraduría General de la República.

 

Le abrió el camino a Cuauhtémoc Cárdenas como primer jefe de gobierno. Incluso instruyó al entonces regente Oscar Espinosa Villarreal facilitar la entrega recepción a Cárdenas.

 

Más todavía, maniobró para que López Obrador pudiese ser candidato a jefe de gobierno en el 2000 pese a incumplir el requisito de residencia.

 

Vicente Fox, entabló una fuerte alianza con el PRI, que en el Congreso no le regateó la aprobación de sus reformas más importantes.

 

Felipe Calderón no tuvo mayores complicaciones en sus proyectos, donde estaba consciente de la necesidad de ceder y conceder.

 

Y de Enrique Peña Nieto, pues se le reconoce haberle permitido el triunfo a López Obrador en 2018, sin complicaciones de por medio.

 

Pero al Presidente no se le conoce al menos una invitación a dialogar con los dirigentes opositores. Para él cualquier tipo de cabildeo se traduce en "coyotaje" o corrupción.

 

Al mandatario, acostumbrado a hablar todos los días, se le olvida que la materia prima del parlamento, es eso, el diálogo y acuerdos para resolver diferencias y asuntos públicos.

 

De tajo el Presidente rompió con lo que le dio origen al parlamento. Exigió que no se le cambiara una coma a su reforma eléctrica. Ahí está el resultado.

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