La Barriada/Martín Aguilar/Una raya más al tigre

En la historia del país, ningún gobierno había acumulado cuatro marchas consecutivas en menos de tres meses, y eso es algo que preocupa a los jerarcas de la llamada Cuarta Transformación, que ven el riesgo de una rebelión social en su contra.

 

Todo comenzó en noviembre, cuando la sociedad civil marchó en varias ciudades del país en defensa del Instituto Nacional Electoral, por el intento del gobierno federal de "desaparecerlo", como algunos políticos dijeron.

 

Aunque la marcha fue simultánea en varias capitales, la más significativa se realizó en la Ciudad de México, donde la ciudadanía desbordó las calles del centro y colmó la plancha del Zócalo, lo que no cayó nada bien en la 4T.

 

Aunque semanas después el oficialismo respondió con su propia marcha, con motivo de uno de los informes de la actual administración, la respuesta no fue la esperada por el gobierno y quedó evidenciado el acarreo hecho desde todos los rincones del país.

 

El 26 de febrero pasado, la sociedad civil se volvió a organizar, ahora en apoyo de la Suprema Corte de Justicia, a fin de que dé reversa al llamado plan B morenista, que busca restar facultades al INE y reducir su presupuesto.

 

La respuesta ciudadana fue aún mayor no sólo en la capital del país, y la gente salió empoderada y con el ánimo a tope, pues comprobó que Morena no es invencible rumbo a 2024.

 

Una tercera marcha vino enseguida, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, y la respuesta a esta convocatoria fue mucho más grande de lo esperado. A pesar de que se dejó correr el rumor de que habría violencia, las mujeres salieron a marchar en masa.

 

El propio gobierno calculó en 90 mil el número de asistentes, entre ellas muchas mujeres jóvenes y niñas, lo que puso otro alfiler en el tablero de pendientes de Palacio Nacional. Y es que, si el gobierno calculó 90 mil asistentes, debieron ser muchas más.

 

Si ya la preocupación había crecido, el fin de semana se sumó otra manifestación en contra, que, aunque no fue muy numerosa, sí fue muy significativa. Se trató nada menos que de militares de tropa y sus familiares en defensa de los soldados apresados por participar en operativos.

 

Si alguien conoce el poder de la movilización social ése es precisamente el inquilino de Palacio Nacional, que gracias a su activismo llegó a la Presidencia de la República; dicen que anda preocupado.

 

Y podrá salir a descalificar a todo el que se manifieste en contra, pero la gente cada vez está más entusiasmada en participar en el movimiento que se está gestando y que, al parecer, ya no podrán frenar.

 

La 4T prepara una respuesta similar a la marcha de noviembre pasado, organizando para este fin de semana una marcha encabezada por el Presidente, con motivo de un aniversario más de la expropiación petrolera.

 

Los morenos dicen que será la madre de todas las marchas, pero a estas alturas esos actos ya no se miden por el número, sino por la calidad de los manifestantes.

 

Una marcha, por muy nutrida que sea, si es organizada por el gobierno, con dinero público y en favor de ellos mismos, no tiene la misma credibilidad de las que organiza la sociedad civil, que asiste por convicción y no por una torta. 


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