Coordenadas Políticas/Martín Aguilar/Nadie sabe para quien trabaja

Cada vez es más claro el enfriamiento de la relación entre Claudia Sheinbaum y Clara Brugada, que hizo crisis desde que la exalcaldesa de Iztapalapa encabezó una rebelión interna en Morena para quedarse con la candidatura de la 4T a la Jefatura de Gobierno.

 

El candidato de Sheinbaum era su ex secretario de Seguridad Pública, Omar Hamid García Harfuch, quien además llevaba –él sí– una ventaja de dos dígitos en las encuestas internas y externas del partido.

 

Pero los radicales morenistas le dieron una lección a su propia candidata presidencial, y en dos eventos le dejaron en claro que ella no era la dueña del bastón de mando. Primero le hicieron el vacío en el Estadio Azul, y luego le echaron encima el auditorio en la Arena México.

 

En ese momento, a Claudia le quedó claro que no podía domesticar a quienes alguna vez Ricardo Monreal llamó nomenklatura morenista, y que los tiene que mantener a raya, porque desde ahora empezarían a trabajar por el poder absoluto en 2030.

 

Si Brugada ganara la elección en junio, sin importar que Sheinbaum obtenga la Presidencia de la República, los radicales se harían de la joya de la corona, y serían un importante contrapeso hacia adentro y hacia fuera del partido.

 

Históricamente, la capital –excepto este sexenio– le había disputado reflectores a la Presidencia, pues es la entidad política y financiera más importante del país, que además cuenta con un presupuesto de casi 300 mil millones de pesos al año.

 

Para Clara no sería muy difícil darle una maquillada a la ciudad –que, por lo demás, funciona en automático–, y seguramente contrastaría con quien llegue a la Presidencia, pues la situación del país es muy compleja.

 

Ante ese hecho, no es difícil prever que la popularidad en los dos primeros años será para quien gobierne la capital, y que eso abonaría a la disputa por el liderazgo morenista. Es decir, Clara y sus aliados serían enemigos peligrosos para Sheinbaum, en caso de que ganen las dos.

 

Pero, si no gana Claudia y sí lo hace Brugada, estaría peor, porque no habría duda quién sería la nueva lideresa del movimiento.

 

Hasta hace poco a Sheinbaum le quitaba el sueño la posibilidad de entregar la ciudad a la derecha, pero tras la imposición de Clara, la doctora dijo a los radicales que ahora ellos son los responsables de conservar la capital.

 

Por esa razón, a la aspirante presidencial no le disgustaría que Clara fuera derrotada, siempre y cuando su partido le sumara a ella los votos suficientes para ganar la Presidencia de la República.

 

Aunque parezca increíble, Claudia prefiere negociar con el panista Santiago Taboada que con Morena, pues sabe que no son confiables. 


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