Difícilmente Andrés Manuel López Obrador pudo haber leído a Edward Bernays, "el padre de la manipulación mediática".
Al menos no se le han detectado referencias al autor de "La Propaganda", el libro de cabecera de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Adolfo Hitler.
Bernays, se erigió como el más poderoso propagandista de todos los tiempos, convirtiéndose en asesor de presidentes de Estados Unidos.
En su calidad de sobrino de Sigmund Freud, Bernays, también fue conocido como el padre de las relaciones públicas.
Su tarea consistía en manipular la mente de las masas para conseguir objetivos económicos o políticos.
Los gobernantes recurrían a él para usar su capacidad para manipular la mente de la sociedad.
El caso es que López Obrador convirtió su conferencia mañanera en una maquinaria de la manipulación.
Pero tergiversó su objetivo, y de esas conferencias sólo surgieron mentiras que analistas y especialistas se cansaron de enumerar y exhibir.
La manipulación como política de gobierno de la 4T dejó de ser funcional. En algún momento se dislocó.
El presidente puede argumentar que su mañanera es funcional, por su elevada popularidad, pero en realidad sólo tiene 50% de aprobación.
Su conferencia ya no es creíble. Es una maquinaria desgastada. Sólo gesta falsedades, destila odio y división.
¿Trasladará esos negativos a su candidata Claudia Sheinbaum? Con toda seguridad.
La propaganda obradorista para mantener la aprobación del Presidente llegó a su fin. Su popularidad que alcanza las nubes sólo él la ve.
Según Edward Bernays, la manipulación debe lograr la aprobación de las masas.
Las elecciones intermedias de 2021, exhibieron fallas en esa estrategia porque al menos 5 millones de sus beneficiaros le dieron la espalda a la 4T.
Durante el actual proceso electoral, se gesta un fenómeno en la figura de Xóchitl Gálvez, quien se volvió altamente competitiva y se prepara para dar la batalla el 2 de junio.
En el fundo, el obradorismo puso en marcha un gobierno invisible que dota en forma demencial de propaganda a sus candidatos.
¿Triunfarán ante una tibia fiscalización de los entes electorales? ¿Resultará efectiva esa manipulación?
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