Rebeca Marín
Es martes por la noche y en la casa Fuerte de Emulio "El Indio" Fernández en el corazón de Coyoacán, con un grupo de jóvenes se reúne para tomar un taller; están sentados en las butacas y escuchan atentos las enseñanzas de un profesor que les habla desde la anécdota y les muestra, sin pedantería o aires de superioridad, el oficio de ser actor. Él es Luis Felipe Tovar.
Al histrión se le ha podido ver en filmes como "El callejón de los milagros" (1995), "Todo el poder" (1999), "De la calle" (2001), "Don de Dios" (2005) y "Poderoso Victoria" (2022), entre otros, además de ser un referente en la televisión por trabajos como "Demasiado corazón" (1997), "Los Sánchez" (2004), "Preso No. 1" (2019), "El gallo de oro" (2023) y recientemente "Juegos interrumpidos" (2024), pero deja ver que su mejor papel es el de maestro.
"Mi vocación por la docencia, estoy convencido, ha sido a la par que mi vocación por la actuación. Soy maestro porque es algo para lo que sirvo, en lo que soy útil, que me pone a prueba y que me da la posibilidad de ser un eterno estudiante", señala Tovar, quien nos recibe en su escuela.
Luis Felipe explica que cuando se encontraba en la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT) a finales de los 70 tuvo la posibilidad de dar sus primeros pasos como profesor, pues desde el segundo año de la carrera de actuación tenía las herramientas necesarias para trabajar con algunos aspirantes a actores y actrices.
Pero su pasión lo llevó a fundar El Set, su escuela de actuación, el 10 de noviembre de 1999, y a pocas semanas de celebrar su aniversario 25, este espacio no sólo se ha convertido en un proyecto académico, sino en un proyecto de vida.
"Empecé a trabajar en una fórmula que pudiera hacer que los actores fueran más efectivos y eficientes, con cuestiones de narrativa cinematográfica, no sólo de interpretación, un espacio que antes sólo estaba permitido para los directores, así que quise compartirlo con mis compañeros a través de un taller, el cual realicé hace 25 años y se llama El Set", relata el actor.
Tovar considera que esta faceta de su carrera es desconocida para la mayoría del público, que sólo lo ubica como actor, pero señala que de sus aulas han salido destacados alumnos como Tenoch Huerta, Silvia Navarro, Sherlyn, Lalo España, Sergio Basáñez, Adrián Uribe, Omar Chaparro y Juan Pablo Medina, por mencionar algunos.
"Una escuela habla por sus alumnos, y los míos están entrenados para que cuando vayan a trabajar estén obligados a hacerlo bien, uno que lo haga mal jode la cadena de recomendaciones de sus compañeros, porque la referencia es para todos".
Pero también, dice, es maravilloso encontrarse con sus alumnos en el ámbito profesional, como colegas, porque no sólo comparten la misma disciplina, sino que se entienden muy bien, ya que comparten método y lenguaje.
Pero su deseo de incursionar en la enseñanza, según explica Tovar, viene también de su admiración por sus maestros, como Emilio Carballido, Marta Luna, Gabriel Retes, Arturo Ripstein, Jorge Fons, por mencionar algunos.
"Podría mencionar a muchos que, gracias a su apoyo, a sus consejos y enseñanzas, fui entendiendo el mundo de los maestros. Yo crecí en un mundo de maestros porque me gustaba juntarme con ellos y lo sigo haciendo".
Su objetivo al fundar El Set es que sus alumnos no sólo sean excelentes actores, también que tengan la habilidad de autogestionarse su trabajo, que piensen en su futuro y tengan los pies en la tierra en esta carrera.
"Las estrellas están en el cielo, los actores en el set; si no es así es que no aprendiste, porque todo depende de ti, es que en este negocio hay un sector que piensa que va a estar sentado en su casa, va a sonar su teléfono y le van a decir: 'tú eres el actor que estábamos buscando'; eso no va a pasar".
Con una trayectoria de casi 45 años (los cumple el mismo día que el aniversario de El Set), Luis Felipe asegura que no tiene problemas de ir a castings, tocar puertas y que aún así le digan que no, esto le ha permitido estar vigente y al día de lo que se está realizando en la industria del entretenimiento.
"Lo disfruto mucho, a mí no me hace ruido, al contrario, ponerme a prueba me da la oportunidad de reinventarme, ya que el público va cambiando día con día y ahora más, por eso debe haber una versión diferente de mí y de mi trabajo, lo hablo como docente y como actor".
En la charla que va teniendo con sus alumnos en su taller, ellos le muestran en lo que están trabajando. Él escucha atento, hace recomendaciones y aplaude las decisiones acertadas, pero también les comparte lo complicado que fue tener una película con éxito, hasta que llegó la historia y el director adecuado, como en su caso Arturo Ripstein con la película Principio y fin (1993), trabajo que le dio su primer Premio Ariel.
Pero aunque no siempre es todo así, el actor de 64 años niega sentirse poco valorado, al contrario, considera que siempre hay alguien que presta atención en su trabajo, ya sea como actor o como director, otra de sus facetas (debutará con la cinta Delirios), pero sobre todo, agradece que siempre es llamado para nuevos proyectos.
"Sigo siendo útil en esta profesión, y lo sé porque tengo llamados, no he dejado de trabajar en 45 años y creo que es porque algo estoy haciendo bien, lo demás son sólo juicios de valor; habrá gente a la que le guste lo que hago y a otra que no, pero no pasa nada".
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